Mubarak ultima los detalles de la cumbre para que sea un éxito
El anfitrión de la cita de Sharm el Sheij, el rais egipcio, Hosni Mubarak, no desea sorpresas de última hora que empañen lo que está llamado a ser "la cumbre del fin de la Intifada" y la vuelta al proceso de paz. Analistas palestinos e israelíes coinciden en señalar que todos los líderes implicados están trabajando a marchas forzadas para que todo quede pactado antes de que Ariel Sharon, Mahmud Abbas, Mubarak y el rey Abdalá de Jordania se encuentren en el paradisiaco Sharm el Sheij. Mubarak ha presionado a israelíes y palestinos para que aplacen, por el momento, el principal escollo en las negociaciones: la liberación de presos.
La Autoridad Nacional Palestina (ANP) pidió a Israel la puesta en libertad de, al menos, 3.000 presos palestinos antes de la cumbre. El minigabinete de seguridad israelí aprobó sólo la puesta en libertad de 900 (500 en los próximos días, y el resto, de forma gradual y según los acontecimientos sobre el terreno). Las discrepancias, sin embargo, no se centran sólo en la cifra, sino sobre todo en los criterios para elegir a los presos liberados. La ANP exige la liberación de 237 presos encarcelados antes de los acuerdos de Oslo, firmados el 13 de septiembre de 1993. Israel se niega argumentado que "se trata de personas responsables de la muerte de civiles israelíes".
Comisión sobre los presos
Ayer, como cada domingo, se reunió el Gobierno israelí y Sharon reiteró que no dejarán libres "a aquellos presos con las manos ensangrentadas". El dirigente israelí negó con rotundidad las informaciones que, citando a fuentes palestinas, anunciaban la liberación de Ahmed Saadat y Abu Rulma, del Frente Popular de Liberación de Palestina, responsables del asesinato del ministro israelí de Turismo, Rehavam Zeevi. La solución encontrada a última hora es la creación de una comisión bilateral que analizará los casos de los presos uno por uno. Primer problema resuelto, por el momento.
Segundo punto en discordia: la retirada militar israelí de los territorios palestinos. El llamado "plan de desconexión" de la franja de Gaza nació como una medida unilateral de Sharon, que alegaba no tener un interlocutor palestino, ya que consideraba al entonces presidente de la ANP y eterno enemigo, Yasir Arafat, "como el principal obstáculo para la paz". Tras la muerte de éste y las medidas del nuevo liderazgo palestino, crecen las posibilidades de una retirada pactada de toda la franja y de la evacuación de las 21 colonias judías.
Respecto a Cisjordania, Israel ya ha aprobado la salida gradual de sus tropas de cinco ciudades, empezando por Jericó, pero Abu Mazen exige una retirada total e inmediata del Ejército, volviendo a la situación previa a la Intifada.
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