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Reportaje:FÚTBOL | El ambicioso proyecto del club de una ciudad con sólo 43.000 habitantes

La teoría de la pirámide

El milagro del Villarreal, que hace ocho años deambulaba por Segunda, se basa en una cantera potente y la compra de suramericanos baratos

Rodeado de vídeos que amenazan con devorarlo, el viejo Paquito mira de reojo en el televisor el último Roma-Messina mientras explica su teoría de la pirámide como metáfora del milagro del Villarreal, que hace ocho años deambulaba por la Segunda División con el agua al cuello y ahora se asoma a la Liga de Campeones. "Cuidar a los críos es la labor más importante. La base del fútbol comienza por abajo y termina en un pico que sería el primer equipo. Es una pirámide", dice Paquito, el técnico fetiche sobre el que Fernando Roig, el dueño del club castellonense, ha edificado su sueño. Porque Roig, de 57 años, siente devoción desde pequeño por Paquito, de 67. Primero, porque fue su ídolo como centrocampista de seda en el Valencia de los 60 y los 70. Después, porque fue su entrenador en el segundo ascenso del Villarreal a Primera, en 1999, o en las semifinales de la pasada Copa de la UEFA, o en la salvación del filial, el Onda, en Segunda B, o para mirar vídeos, ver jugadores, hacer informes... Para todo. ¿Estamos, pues, ante el ideólogo del Villarreal? "No", dice Paquito; "son palabras más sencillas. Todos estamos contentos cuando vemos tratar bien la pelota. Y eso no significa ser la madre superiora, sino jugar bien el balón, no perderlo, saber pasarlo a cinco metros o a 40 al compañero desmarcado".

La ciudad deportiva acoge 41 equipos, dos femeninos; siete campos y 700 chavales
"Llenar El Madrigal es nuestra cuenta pendiente. Buscamos aficionados de toda la provincia"

A Roig lo tomaron por un iluminado cuando, en mayo de 1997, compró un club con tres empleados, sin campos de entrenamiento, y dijo lo que pretendía. Era esto. Toda España habla hoy del buen gusto de su equipo. Es además el que menos faltas comete. "Subimos en un año a Primera, pero no estábamos preparados. Bajar a Segunda en 1999 nos abrió los ojos. Había que invertir por abajo y por arriba hasta converger. Dentro de tres años, quiero ocho chicos de la cantera en el primer equipo".

Roig presencia cada fin de semana tres o cuatro partidos de las categorías inferiores. A tal fin, completó hace cinco años su joya de la corona: compró 70.000 metros cuadrados de naranjos convertidos en zona depotiva por el Ayuntamiento de Vila-real en una esquina del pueblo, pagó entre 24.000 y 42.000 euros por hanegada, levantó campos, vestuarios y una residencia, la ciudad deportiva, el alma del club. Invirtió unos 42 millones y ahora le dedica dos millones anuales de los 36 del presupuesto. Son 41 equipos (dos de chicas), cinco campos de fútbol 11 (tres de césped natural y dos artificial) y tres de fútbol 7. Unos 700 chavales, 70 de ellos traídos del resto del país, viven en la residencia, acuden a los colegios públicos cercanos y son controlados por tres tutores. Ya no hay niños extranjeros, pues su adaptación resultaba compleja.

"Tenemos 25 internacionales en todas las categorías. En cadetes aportamos tantos jugadores como el Madrid o el Barça", presume Juan Carlos Garrido, el responsable de la escuela; "lo primero es tener clara una idea de juego: vamos a llevar la iniciativa y a tener el balón. Así se preparan los entrenamientos, se buscan los entrenadores y se seleccionan los chicos". Héctor Font y Cazorla, internacionales sub 21, son habituales de Manuel Pellegrini, el técnico del primer equipo. Arzo, sub 19, está en la reserva. Y Calleja y Javi Venta proceden del filial.

El modelo de partida fue el Pamesa, el club de baloncesto valenciano presidido por Juan Roig, hermano de Fernando y dueño de Mercadona. "Se trataba de hacer un gran equipo casi de la nada y creando una afición propia, pero con una diferencia: la cantera no funciona en el baloncesto porque los jugadores españoles no tienen las condiciones necesarias. En el fútbol, en cambio, sí", expone Roig, que disfrutó al principio del apoyo del Valencia, que subvencionó al club y le cedió futbolistas (Albelda, Angulo, Palop...) e incluso un entrenador (Javier Subirats).

"Todos los técnicos de la casa están convencidos de que para triunfar y tener clientela hay que jugar bien", añade Roig. Sin embargo, El Madrigal no se llena. "Es nuestra cuenta pendiente. Nos está costando. Hay 17.000 abonados, 10.000 de Vila-real, lo que supone el porcentaje más alto en una ciudad de 43.000 habitantes. Intentamos captar a los aficionados de Castellón y la provincia. Pero es difícil cambiar los sentimientos".

Antes de Roig, El Madrigal tenía un aforo de 3.500 espectadores y, si un futbolista lo pateaba fuerte, el balón podía acabar botando en la calle. Así que el presidente emprendió dos remodelaciones hasta alcanzar las 23.000 localidades de hoy, con una gran afluencia de mujeres y niños: "Porque la seguridad es máxima. No hay ningún grupo ultra. Había un pequeño foco y lo erradicamos.". Se trata de una afición "muy tranquila", dice el lateral izquierdo Arruabarrena; "para lo bueno: cuando pierdes, nadie te dice nada; y para lo malo: no viene mucha gente a vernos". Y que se acabe el tópico de que el campo es pequeño. Mide 105 metros de largo por 65 de ancho, según las exigencias de la UEFA para poder jugar la Champions.

Dos remodelaciones de El Madrigal, con diversos convenios con la Generalitat y el Ayuntamiento, cuyo presupuesto es inferior al del club. La fórmula es la misma que Roig ya aplicó para rehabilitar el pabellón del Pamesa, la Font de Sant Lluís: adelantar el dinero, unos 24 millones de euros, y esperar a que la corporación municipal se lo devuelva. En la última reforma, el consistorio compensó a Roig recalificándole unos terrenos en otra parte de la localidad, lo que ha levantado las críticas del grupo de Esquerra Unida, que lo considera desproporcionado. ¿Se considera cercano al PP? "No; soy un liberal", contesta Roig. ¿Acaso un filántropo? "Tampoco. Me funcionan bien los negocios en una empresa que es de las principales del sector

[la compañía azulejera Pamesa] e intento devolver a la sociedad algo a través del fútbol".

La irrupción del Villarreal admite pocas similitudes con la del Deportivo hace diez años. Hay dos diferencias notables, explica José Manuel Llaneza, consejero delegado del club. "[Augusto César] Lendoiro [presidente del Depor] no creía en la cantera y allí la sociedad accionarial está muy repartida; aquí no", dice quien negocia los fichajes, algunos sorprendentes por la relación calidad-precio. Forlán, por ejemplo, que lleva 14 goles, costó dos millones y se pagó al contado al Manchester. "Antes había que colocar Vila-real en el mapa. Aquí todos los compromisos se han cumplido y las primas de un domingo se cobran al siguiente. Estamos más orgullosos de los fichajes de los desconocidos: el de Gonzalo, al que seguimos en las categorías inferiores del San Lorenzo y por quien competimos con el Inter; y Pellegrini, que se acoplaba a nuestros jugadores", agrega Llaneza, que fue siete años presidente del club de su pueblo, el Puçol, antes de llegar al Villarreal, en 1994, tras la llamada del entonces presidente, Pascual Font de Mora, para gestionar la nueva sociedad anónima deportiva. "Cuando entré", recuerda Llaneza, "las estructuras eran de Tercera. Y cuando llegó Roig diciendo que quería al equipo en Primera, me asusté. Ni en mis mejores sueños pensé que llegaríamos hasta aquí".

Predominan los fichajes de suramericanos: hay cinco argentinos, un brasileño y el técnico es chileno. ¿Por qué? "Porque no podemos tener al delantero centro de España, pero sí al de Argentina. Son más baratos", replica Roig. El club cuenta con 14 ojeadores y un cuerpo técnico formado, entre otros, por Paquito, Fernando Roig hijo y Antonio Cordón, si bien la opinión del presidente pesa más que cualquier otra. Ha habido fiascos, como el de Palermo, más rentable publicitaria que deportivamente. Y el primer gran fichaje fue Víctor, devuelto en el verano al Valladolid, que se convirtió en el máximo goleador del Villarreal en Primera, con 39 tantos. Después llegó el lateral argentino Arruabarrena, el futbolista con más partidos en Primera del Villarreal, 151, que confiesa: "Somos unos privilegiados en dos sentidos: cobramos al día y podemos practicar un fútbol muy vistoso". No está mal para un club que tan sólo cumple su séptima temporada en Primera. La mayor parte de sus 83 años los ha pasado en Tercera (23), Segunda (9), Segunda B (cuatro) y Regional.

Algunos niños de la escuela de fútbol del Villarreal, dispuestos a iniciar un entrenamiento.
Algunos niños de la escuela de fútbol del Villarreal, dispuestos a iniciar un entrenamiento.ÁNGEL SÁNCHEZ

Paquito sueña con Riquelme

"Sueño con que Riquelme se quede: está tan a gusto aquí...". Paquito verbaliza el deseo del Villarreal, la continuidad de Riquelme, que pertenece al Barça hasta 2007. El club castellonense tratará de explotar el factor humano. Paquito fue quien, tras suplir a Benito Floro en el banquillo, empezó a recuperar anímicamente al as argentino.

Y sí, a Riquelme, de 26 años, se le nota tan feliz que es de los que alarga los entrenamientos para lanzar faltas o ver cómo las lanzan sus compañeros. Vive en un chalé en las afueras de Alcora, cerca de Castellón, con su mujer y sus dos hijos, que están "encantados", según cuenta uno de sus mejores amigos, el lateral Arruabarrena, compañero suyo en el Boca Juniors. "Román está mejor que en Boca. Ahora es más completo. Nos ayuda más en la defensa. Es el mejor de la Liga

[lleva 9 goles y 13 pases de gol]", afirma Arruabarrena, que añade: "Tiene un club que confía en él y un técnico que confía en él".

El Villarreal buscó y encontró un entrenador que pudiera sacarle partido, Manuel Pellegrini, que amplió su contrato esta semana. El problema es que Riquelme cobra uno de aquellos contratos desorbitados del ex presidente azulgrana Joan Gaspart. De hecho, el Barça le ha abonado más de la mitad del salario en estos dos cursos cedido en El Madrigal.

El Villarreal es un club tranquilo en el que un tipo introvertido como Riquelme puede pasar inadvertido cuando sale de la ciudad deportiva. Un chico serio y "muy respetuoso", según cuenta Pasqualet, el utillero, cuyo cráneo rasurado recibe las collejas cariñosas del crack. "Si te pide algo, no te grita, sino que se te acerca para pedírtelo", confiesa Pasqualet.

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