Menos brillo, misma eficacia
El Villarreal suma, ante un defensivo Racing, su quinta victoria consecutiva
Hay formas de entender el juego. Hay equipos que pretenden sobrevivir renunciando al esférico, acumulando jugadores en su parcela y esperando que un contragolpe o una acción aislada les solucione la vida. El Racing es uno de ésos. Nadó a contracorriente y se ahogó antes de divisar la orilla. Se adelantó en el marcador y se refugió en su área a esperar acontecimientos. El argumento resultó inútil ante un Villarreal crecido y que mostró una versión menos dulce, menos brillante, pero suficiente para conseguir una nueva victoria, la quinta consecutiva, que le instala en los puestos que dan acceso a Europa.
La confianza, el exceso, suele tener un efecto pernicioso. Los últimos resultados conseguidos, el gran acervo ofensivo y la capacidad para transformar las ocasiones de gol, el orden defensivo, el fútbol desplegado, los elogios recibidos... En definitiva, la estética y el pragmatismo fundidos en uno. Todo hacía presagiar que el Villarreal tenía motivos para seguir sumando y disfrutando ante un rival, el Racing, que sueña con subsistir y al que mirar a la clasificación le produce ansiedad. El Villarreal tiró de la paciencia para conseguir doblar al cuadro cántabro, que puso en cuarentena el resulto tras adelantarse en el marcador.
VILLARREAL 2 - RACING 1
Villarreal: Reina; Venta, Quique Álvarez, Peña, Aruabarrena (Battaglia, m. 77); Héctor Font (Cazorla, m. 63), Senna, Sorín, Riquelme; Guayre (José Mari, m. 70) y Forlán.
Racing: Auate; Regragui, Oriol, Moratón, Argel; Morán (Parri, m. 73), Torrado, Anderson (Arizmendi, m. 68), Regueiro; Benayoun (Jonatan Valle, m. 76) y Javi Guerrero.
Goles: 0-1. M. 23. Regueiro, de falta directa.
1-1. M. 48. Guayre llega hasta la línea de fondo y su centro lo remata Forlán.
2-1. M. 66. Riquelme, de penalti.
Árbitro: Fernández Borbalan. Expulsó a Regragui por doble amonestación (m. 33). Amonestó a Peña, Oriol, Regueiro, Moratón y José Mari.
Unos 21.000 espectadores en El Madrigal.
En el fútbol se vive de la realidad del día y cada domingo hay una nueva oportunidad para refrendar el buen momento, unos, o redimirse de los pecados, otros. Con el Racing planea una sensación de equipo ambiguo, endeble y a la vez peligroso. El dinamismo, la picardía y la habilidad de Benayoun, Javi Guerrero o Regueiro producen desasosiego en los contrarios, más aún ejerciendo de visitantes, con espacios abiertos. El conjunto cántabro se cubrió hasta con ocho efectivos y dejó el libre albedrío para los rápidos puntas. Y llegó su premio no en una contra, sino en un lanzamiento de falta botado con violencia por Regueiro, que sorprendió a Reina.
Hasta el instante del gol, el Villarreal manejaba el partido con cierta solvencia a pesar de que el sistema defensivo montado por Lucas Alcaraz atragantaba por momentos al grupo de Pellegrini, que no perdía la paciencia, seguro de que el peso de la calidad decantaría la balanza. La ventaja agudizó el instinto de supervivencia del Racing, que se apretó más en la defensa, con más excusa si cabe tras la expulsión de Regragui antes de que finalizase el primer periodo
La acumulación de jugadores en una determinada franja del terreno no garantiza el buen funcionamiento de la misma, como dejó patente el Racing, que concedió demasiadas licencias. Así llegó el gol del empate nada más comenzar el segundo acto, en un acción mal defendida por los santanderinos, perfectamente ejecutada en una internada de Guayre y culminada desde la raya de gol por Forlán.
Peligroso resulta sobrevivir utilizando tan sólo una parte del terreno de juego. Y el Racing pronto vio neutralizada y superada su renta tras el gran caudal ofensivo del Villarreal, que desembocó en el segundo gol de Riquelme, al transformar una penalti que el árbitro interpretó por una carga de Moratón sobre Arruabarrena. Quebrada la resistencia, el Villarreal hizo lo que mejor sabe hacer: secuestrar y recrearse con el balón, la mejor defensa para evitar desgracias.
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