Génesis
(Barcelona, 1954. Despacho del afamado constructor Román Sanahuja. Una pareja joven, con un niño de la mano, discute con un empleado. Ella está al final de su embarazo. Más tarde sabremos que la mujer es maestra; él, funcionario de prisiones, y que acaban de llegar a Barcelona desde Soria, donde hasta ahora vivían).
-Mire, yo no voy a parir en la pensión, que lo sepa -dice ella-. Yo voy a parir en mi casa, que para algo la hemos comprado.
-Es que tiene razón -subraya el marido.
(La misma ciudad, una semana después. Unos bajos en la calle del Cadí, en el Turó de la Peira. El niño que hemos visto en la escena anterior contempla una habitación donde como todo mueble sólo hay una cama. En la cama está su madre, arrullando al recién nacido).
Escenas de la vida del empresario teatral Daniel Martínez, propietario de Focus
-Ven, Daniel, hijo, acércate a ver a tu hermanito.
(Antes de que el niño llegue a la cama entra en la habitación un albañil cargado con un capazo de cemento. Se detiene en el umbral, con cara de sorpresa).
-Perdone, usted, señora... Y felicidades. He pasado para acabar de alicatar el baño. Dígale a su marido que el lunes me han jurado que ya habrá agua. La luz me parece que tendrá que esperar hasta la semana que viene.
(La mujer asiente cansadamente sin decir una palabra. Sonríe a su hijo).
-¿A que es guapo tu hermanito, Daniel? ¿Lo vas a cuidar?
-Sí, mamá.
(La platea del cine Turó de Barcelona, en el barrio del Turó de la Peira. Siete años después. Los dos hermanos Martínez están comiendo bocadillos. Daniel ya es casi un adolescente. Mira con orgullo un gran reloj que lleva en la muñeca).
-¿Sabes cuántas horas llevamos ya aquí?
-No sé, muchas.
-Llevamos 5 horas y 10 minutos. Y hemos visto tres películas.
-¿A qué hora han dicho los papás que saliéramos?
-Han dicho que vendrían sobre las diez, más o menos. Como cada sábado. Pero ya nos avisará el acomodador.
-O sea que no salimos.
-Hasta que nos llame, no. Bueno, calla, que empieza.
(La misma época. Comedor del piso de la calle del Cadí donde doña Maruja, como ya la llaman en el barrio, parió. La familia Martínez, con el matrimonio y los dos hijos. Hace poco que han acabado de cenar. En un rincón, sentado en el sofá, el padre lee unos papeles con un lápiz en la mano. De vez en cuando anota algo sobre ellos. En la mesa, la madre y los niños enganchan papeles con una cola. Doña Maruja se dirige al marido.
-Qué, ¿acabas ya?
-Estoy a punto. Unas veinte hojas me quedan. Esta noche la acabo.
-Te queda el tiroteo.
-Eso.
-Un carcelero que corrige novelas del Oeste, mira tú.
-Pues también va bien una maestra pegando fundas de polo.
-La semana que viene, flores. Flores de plástico. Creo que nos va a salir mejor. Daniel, hijo, ¿qué te ha dicho el recadero? ¿Cuándo traen el material?
-Ha dicho que el jueves.
(Celda de la cárcel de Tarragona. Daniel y su hermano están a punto de acostarse. Daniel ya es un joven hecho y derecho, y su hermano, un adolescente. Llaman a la puerta de la celda. Es su padre)
-¿Estáis bien instalados?
-De maravilla -contesta Daniel-. Esto de ser preso es un chollo.
-Sí, siempre que tu padre sea el carcelero.
-¡Ja, ja!, y que mañana pueda uno salir para ir a la playa.
-¿A qué hora vais a ir?
-Tempranito, si es que éste no se duerme.
-Pues a las siete tocamos diana.
-Pues a las siete.
-Buenas noches. Que descanséis.
(Interior del cine Turó. Por la noche. Habrán pasado unos quince años desde que los niños Martínez comían bocadillos. El cine está abandonado y casi en peligro de ruina. Un cartel anuncia: "Génesis teatral del Turó de la Peira". En el interior un grupo de jóvenes ensaya escenas de El bebé furioso, la obra de Mediero. Daniel Martínez está entre ellos).
-Venga, otra vez, a ver si la cosemos ya.
-No, ya no puedo más. Me voy a casa.
(El edificio del viejo cine. Donde estuvo hay un agujero y una verja de hierro. Un cartel anuncia la próxima demolición del edificio. Un hombre, vuelto de espalda, lo contempla. Al cabo de unos segundos se gira hacia el público. Tiene el pelo blanco. Si no fuera por ese detalle, no aparentaría más de cuarenta y tantos. A pesar de las canas, se reconoce en las facciones al joven Daniel. Monologa.
-Aquí pasé todas las horas de mi vida. Al menos las horas que recuerdo. Aquí descubrí el cine, y casi los bocadillos. Y el teatro. Aquí pasé mis años de okupa de la cultura, con el grupo. Hicimos un Mediero, un Gentile, un Alfonso Vallejo. Los que recuerdo. Aquí puede decirse que nació Focus. Ahora van a tirar el edificio porque tiene aluminosis. Está bien. ¿Qué podemos hacer? Los edificios suben y bajan. Y la melancolía encadena. Siempre me han gustado las grandes ciudades. Sobre todo porque facilitan que el hombre escape a la predestinación. (Sonríe).
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