Diplomacia andaluza
El jefe del Ejecutivo andaluz ha realizado 84 viajes en 15 años, la mayoría para participar en foros de la Unión Europa
Desde su llegada a Andalucía en 1990, Manuel Chaves tardó dos años en decidirse a poner un pie fuera de España como presidente oficial de la Junta. Unos días antes de la inauguración de la Expo 92 -día en el que se concentró en Sevilla lo más granado de la modernidad de la década- el socialista andaluz puso rumbo al Reino de Marruecos, el destino más repetido de los 84 viajes que ha realizado en los tres lustros que lleva de presidente andaluz, al margen de las citas propias de la Unión Europea y la Asamblea Europea de las Regiones (la mayoría).
Con su visita inicial a Marruecos -luego ha hecho otras cinco y tiene prevista una séptima para esta primavera- se estrenó la oleada de críticas de la oposición a cualquiera de sus salidas más allá de las fronteras europeas, casi siempre con los mismos argumentos: falta de objetivos e insustancialidad de la agenda. Según el grado de hostilidad de las relaciones entre Gobierno y opositores (fundamentalmente, los populares), tales descalificaciones han sido formuladas de manera aséptica o se han exagerado hasta el estrambote. Verbigracia, la última misión a Centroamérica. En boca de tres dirigentes del PP, el viaje, apodado como "vacaciones", ha sido una muestra de "lujo", "despilfarro", "despotismo" y "totalitarismo". Y, además, este es un alfilerazo sistemático, Chaves "ha hecho el ridículo".
El PP ha criticado sistemáticamente todas las misiones oficiales y cuestionado su utilidad
El presidente de la Junta siempre ha considerado básica la cooperación con Marruecos, que linda con Andalucía (puerta de inmigración ilegal) y cuenta con un potencial agrícola y pesquero en permanente conflicto con el andaluz. De hecho, la labor diplomática desplegada en el país vecino, visitado frecuentemente por los consejeros, es la que ha arrojado frutos más visibles: estrechos contactos políticos, proyectos de cooperación, entidades conjuntas (Fundación de las Tres Culturas) y acuerdos económicos.
También está entre sus preferencias Iberoamérica que, quizás por estar más lejos, despierta en las filas populares enormes suspicacias respecto a los días de ocio y relajo que, a su juicio, son en realidad este tipo de misiones. A pesar de llevar consigo a los empresarios para abrir mercados, el PP tachó de "vacaciones" y "escándalo" el viaje al Cono Sur de septiembre de 1998, en el que Manuel Chaves fue fotografiado bailando un tango en Montevideo (Uruguay), circunstancia considerada por el portavoz parlamentario de entonces, Manuel Atencia, de "extraña".
La entrevista con Fidel Castro un año antes en La Habana (Cuba) se vio en términos de traición por el Gobierno de José María Aznar, aún más después de llegar a España las críticas de Castro en un encuentro con periodistas al Ejecutivo popular, al que definió como "el más malo de los últimos 100 años". Javier Arenas, en aquel momento ministro de Trabajo, dijo que la gira era "poco seria" y de más "trascendencia turística" que beneficiosa para Andalucía, además de una flagrante "irresponsabilidad".
Otras misiones comerciales con la patronal y representantes de firmas empresariales tuvieron como destinos México (julio de 1999), y la República Checa y Hungría (julio de 2001), pero fue su visita a Finlandia (septiembre de 2002) -esta vez sin la CEA- para conocer la experiencia de desarrollo tecnológico de este país la que concitó una abultada letanía de mofas por parte del PP. Aunque el listón estaba alto, la promoción de productos andaluces en Estado Unidos (febrero de 2003) dejó una estela de descalificaciones innovadora. Teófila Martínez comentó sobre la actividad del presidente de la Junta: "Que viaje porque así estorba menos en Andalucía"
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.