El club europeo moderniza sus reglas de juego
Fundada hace medio siglo sobre los escombros de la II Guerra Mundial, la entonces Comunidad Europea era un pequeño club de seis países en el que los viejos enemigos difícilmente podían colaborar más allá de unos acuerdos económicos y comerciales. Hoy, la Unión Europea acoge a 25 países con 450 millones de habitantes, cuenta con moneda propia, legisla sobre la gestión de flujos migratorios, tiene desplegadas fuerzas militares en Bosnia y es la primera potencia comercial del planeta. Aquella Europa de los mercaderes ha decidido dar el salto a la unión política y, para demostrarlo y organizarse mejor, ha resuelto dotarse de su propia Constitución, la primera en la Unión, algo impensable hasta ahora.
"Unida en la diversidad", como dice su nuevo lema, la Europa destruida, arruinada y dividida en dos bloques se ha convertido en sólo seis décadas en un espacio de libre circulación para sus ciudadanos, organizado con reglas económicas y políticas comunes y con instituciones propias. "Durante siglos, la historia de Europa ha sido una historia de enemigos y conflictos. Hoy es una historia de amigos y socios, y esta Constitución refleja esa evolución", proclamó en Roma el pasado 29 de octubre, durante la solemne firma del texto, el holandés Jan Peter Balkenende, entonces presidente de la "Unión de los ciudadanos y de los Estados de Europa", como se define en el primer artículo.
Para llegar hasta ese día, para pactar un denominador común válido para todos, los 105 miembros de la Convención que elaboró el proyecto entre febrero de 2002 y julio de 2003 bajo la presidencia del francés Valéry Giscard D'Estaing, y los 25 Gobiernos que limaron después el texto entre octubre de 2003 y junio de 2004, tuvieron en cuenta el empuje de los federalistas (Alemania), el rechazo al superEstado europeo (Reino Unido), el impulso a la Europa de la Defensa (Francia), el miedo a perder poder (España, Polonia y los países pequeños) o la pretensión de constatar el origen cristiano de Europa (Polonia, Italia, Portugal...).
Los debates y negociaciones, además, se desarrollaron en plena crisis de Irak, que provocó la división más grave en la historia del club. Pese a todo, el resultado, "imperfecto, pero también inesperado" por los avances logrados, como dijo Giscard, ha sido tan valorado que el ex presidente francés se animó a vaticinar que "esta Constitución durará 50 años" tras su prevista entrada en vigor el 1 de noviembre del año que viene. Son éstos los principales logros de este "Tratado por el que se establece una Constitución para Europa", porque es un Tratado, pero también una Constitución porque establece objetivos, valores y derechos en la Unión.
- Primera Constitución. Su propia existencia es el principal avance y un enorme paso hacia la unión política tras haber sentado el mercado único. Los británicos y nórdicos, siempre reacios a la fórmula, aceptaron la terminología en diciembre de 2001. Será un Tratado único frente a los tres que ahora coexisten. Primará sobre las constituciones nacionales, como ahora los Tratados, pero ahora deja constancia expresa de ello pese a la resistencia británica.
- Iniciativa ciudadana. La habitual crítica al "déficit democrático" en la UE queda aminorada: un millón de ciudadanos podrá exigir a la Comisión una iniciativa legislativa concreta (I-47) y las sesiones del Consejo de la Unión serán públicas cuando delibere y vote un proyecto legislativo (I-50), aunque seguirá sin ser controlado por la Eurocámara. Los Parlamentos nacionales podrán paralizar iniciativas legales (Protocolo adjunto).
- Cláusula de Solidaridad. Si un país de la UE sufre un ataque terrorista o es víctima de una catástrofe, la Unión movilizará todos los medios de que disponga, incluidos los militares (I-43). No existía tal fórmula.
- Cláusula de defensa mutua. Si un país sufre una agresión armada, los demás "le deberían ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance". Hoy no existe.
- Recorte al veto. El voto por mayoría cualificada, y no por unanimidad, pasa a ser la norma (I-23). El 95% de los asuntos sobre los que legisle la Unión serán decididos por mayoría y, por tanto, sin derecho a veto. Hoy, es el 75%. Se facilita la toma de decisiones al impedir que un solo país pueda bloquear un acuerdo. De rebote, el Parlamento Europeo gana poder, porque colegislará con el Consejo en ese 95% de áreas. En el área de Justicia e Interior se registran los mayores avances en ese terreno (inmigración, control de fronteras...) En Exteriores y Defensa se mantiene el derecho al veto.
- Nuevo reparto de poder. Consecuente con la definición de "Unión de ciudadanos y Estados", el peso de cada país en el Consejo estará directamente relacionado con su población (I-25). Alemania pasa a ser el país con más peso, por vez primera muy alejado de Francia. España pierde con respecto al vigente Tratado de Niza. La fórmula finalmente pactada es la más compleja de la historia de la Unión.
- Ministro europeo de Exteriores. Con la creación del nuevo puesto, que será ocupado por el español Javier Solana cuando la Constitución sea ratificada, la UE deja claro que quiere pesar más en el mundo y ser más visible en la política internacional.
- Presidente de la Unión. En lugar del ineficaz sistema semestral rotatorio de ahora, se crea la figura del presidente de la Unión, denominado "Presidente del Consejo Europeo", que será elegido por los jefes de Estado y Gobierno por mayoría cualificada. Se trata también de dar mayor visibilidad a la Unión con una figura que tendrá un mandato de dos años y medio prorrogable una vez (I-22).
- Valores y derechos. Por vez primera, los fines económicos quedan supeditados a los valores en los que "se fundamenta" la Unión: "Respeto a la dignidad humana, libertad, igualdad, Estado de derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías", en una sociedad "caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres" (I-2). En el ámbito social hay pocos avances. Los sindicatos europeos apoyan el texto, pero la izquierda critica "una Europa tan neoliberal".
- Carta de Derechos Fundamentales de la UE. Aprobada ya en 2000, pasa a ser la II Parte de la Constitución, por lo que tiene fuerza jurídica, es decir, que sus principios pueden ser reclamados ante la justicia. Contiene los derechos civiles y políticos de la Convención Europea de Derechos del Hombre de 1950 más otros relativos a los derechos sociales de los trabajadores, la protección del medio ambiente o el derecho a una buena Administración.
- Personalidad jurídica. La UE deja constancia por vez primera de que tiene personalidad jurídica propia y, por tanto, puede firmar como tal acuerdos internacionales y tratados, acudir a los tribunales o poseer bienes.
Una de las reiteradas y acertadas críticas al texto es que resulta farragoso, difícil de entender, salvo la Partes I y II, las de contenido constitucional, cuyos 112 artículos son suficientes para comprender las nuevas reglas de juego. Pero en los 448 artículos de esta Constitución que ocupa 400 páginas, no hay un solo paso atrás con respecto a los Tratados actuales y la regla también se cumple en el nivel de complejidad, porque complejos, farragosos e incomprensibles son los textos de 2.800 páginas a los que sustituye y deroga: el Tratado de Roma (1957), que instituye la Comunidad Europea, con modificaciones derivadas de los Tratados del Acta Única (1986), Maastricht (1992), Ámsterdam (1997) y Niza (2000), presentadas al lector con poco orden y menos concierto; y el de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM), que seguirá en vigor porque Austria y Alemania, nada partidarios de la energía nuclear, no lo quisieron incluir en la Constitución.
Por encima de ventajas o inconvenientes, avances o carencias, el verdadero alcance de este gran paso que intenta dar la Unión queda reflejado en esta frase del preámbulo: "Los pueblos de Europa, sin dejar de sentirse orgullosos de su identidad y de su historia nacional, están decididos a superar sus antiguas divisiones y, cada vez más estrechamente unidos, a forjar un destino común. Unida en la diversidad, Europa les brinda las mejores posibilidades de proseguir la gran aventura que hace de ella un espacio privilegiado para la esperanza humana".
Artículo I-1 y I-3
"La presente Constitución, que nace de la voluntad de los ciudadanos y de los Estados de Europa de construir un futuro común, crea la Unión Europea (...). La Unión tiene como finalidad promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos (...). Ofrecerá a sus ciudadanos un espacio de libertad, seguridad y justicia sin fronteras interiores (...). Contribuirá a la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible del planeta, la solidaridad y el respeto mutuo entre los pueblos, el comercio libre y justo, la erradicación de la pobreza y la protección de los derechos humanos".
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