Martyn Bennett, músico escocés
La parroquia celta de todo el mundo ha recibido con desolación la pérdida del violinista, gaitero y compositor de origen escocés Martyn Bennett, que falleció la noche del pasado domingo en el hospital Marie Curie de Edimburgo. Bennett, uno de los creadores más revolucionarios en la combinación de sonidos ancestrales y nuevas tecnologías, llevaba cuatro años luchando contra un linfoma de Hodgkins y había tenido que abandonar la interpretación musical, aunque siguió trabajando en su estudio de grabación mientras las fuerzas le acompañaron. Habría cumplido 34 años el próximo día 17.
Nacido en la localidad canadiense de Saint John, en New-foundland, Martyn Bennett-Knight se mudó a Escocia con su familia materna a los seis años, tras la separación de sus padres. En el pequeño municipio de Kingussie escuchó por primera vez el timbre marcial y apoteósico de la gran gaita escocesa, que aprendió a tocar de la mano de su profesor de Historia, David Taylor. Con 12 años, Bennett ya era un joven prodigio que ganaba concursos para nuevos talentos por toda Escocia.
"Yo era aún muy joven", rememoraba el desaparecido músico, "pero empecé a frecuentar los festivales y descubrí a la gente auténtica: gitanos rumanos, cantantes gaélicos, bardos...". Pese a su filiación tradicional, Martyn aprovechó el traslado a Edimburgo, con 15 años, para inscribirse en la escuela de música de la ciudad, donde estudió piano, violín y composición clásica y conoció a la que sería su esposa, Kirsten. Fue el periodo más "decisivo" de su vida, aunque siempre se mostró muy crítico con la idiosincrasia de los conservatorios. "En esos sitios nunca se preocupan por disfrutar con la música", se lamentaba, "sino sólo en presionarte para triunfar". Fascinado por las nuevas tecnologías, se familiarizó con los sintetizadores y secuenciadores y descubrió el enorme potencial de fusionar melodías de inspiración secular con ritmos de dance, house o hip-hop, un filón del que ha sido abanderado mundial junto a grupos como Afro Celt Sound System.
Sus primeras actuaciones en público eran en solitario, tocando la gaita o el violín junto a una máquina con sonidos pregrabados. De aquella guisa le descubrió el representante de The Proclaimers, Kenny MacDonald, que le facilitó la grabación de su primer disco. Al homónimo Martyn Bennett, de 1996, siguieron Bothy culture (1998), Hard-land (2000), Glen Lyon (2001) y Grit (2003).
Le llamaban "el gaitero tecno". Aquel talentoso niño prodigio era la sensación en los circuitos étnicos y hasta desarrolló una curiosa vida social: acompañó a Mel Gibson en el estreno mundial de la película Braveheart, ejerció como "gaitero personal" del presidente de Tanzania durante una visita de este mandatario a Edimburgo y tocó en el Buddha Bar de París con motivo del partido inaugural del Mundial 98 entre Brasil y Escocia. Aquella noche acabaron compartiendo escenario con Bennett algunos compatriotas ilustres como Sean Connery, Ewan MacGregor, Alex Ferguson o Kenny Dalglish. Desarrolló una banda para actuar en directo, Cuillin, y dio conciertos en muchas ciudades europeas, como su multitudinaria actuación en Santiago de Compostela en el verano de 2000.
Pero la salud comenzó a jugarle muy malas pasadas. Ya en 1993 le diagnosticaron un cáncer testicular del que pudo recuperarse. Las noticias fueron mucho peores en octubre de 2000, cuando el linfoma le apartó para siempre de los escenarios. Tuvo que someterse a fuertes tratamientos de quimioterapia y radioterapia y se quedó sin fuerzas para seguir tocando gaitas y violines. "Perdí esa capacidad, sencillamente. Ha sido como asesinar a la familia", reflexionaba en una entrevista en 2003.
Sus últimos trabajos, ya recluido en el estudio, le mostraban más reflexivo sobre el valor de la tradición y la transmisión musical de unas generaciones a otras. Grabó Glen Lyon, por ejemplo, en compañía de su madre, Margaret Bennett, que desgranaba una colección de melodías ancestrales sobre diversos aspectos de la vida cotidiana, desde el nacimiento al trabajo, el amor, la felicidad, la muerte o lo sobrenatural. Para aquel disco también rescató la voz de su tatarabuelo, extraída de un cilindro de cera fechado en 1910.
El acordeonista escocés Phil Cunningham -que perdió a su hermano Johnny hace poco más de un año- glosó en el periódico Evening News la muerte de Bennett como "una tragedia para Escocia".
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