Barroso exige que cada país de la UE rinda cuentas sobre empleo, I+D y competitividad
Bruselas plantea nuevos compromisos ante el fracaso de los objetivos de Lisboa
La UE tiró hace meses la toalla a la hora de cumplir los objetivos de la llamada Agenda de Lisboa, que en el año 2000 se fijó como meta transformar Europa en la zona más competitiva del mundo en 2010. Para ello, se marcó unos incumplidos compromisos a nivel europeo. Ahora, el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, quiere pactar unas nuevas reglas de juego con el fin de potenciar el crecimiento a toda costa, aunque haya retrocesos sociales o medioambientales, algo duramente criticado desde la izquierda. Barroso exige que los compromisos sean nacionales y que cada Estado rinda cuentas anuales a Bruselas. Un Mr. o una Ms. Lisboa supervisaría el proceso en cada Estado.
La Comisión aprobó ayer las líneas maestras del nuevo plan y Barroso se presentó acto seguido en el Parlamento Europeo para explicar sus remedios ante el fracaso registrado. "Seamos sinceros", dijo, "los progresos siguen siendo insuficientes" y, a la vez, "Europa no puede quedarse inmóvil", mientras comprueba que su potencial de crecimiento ha bajado del 3% al 2% y Estados Unidos crece por encima del 4%, India, por encima del 6%, y China, al 9%. "Progresan más que nosotros", señaló, "y tenemos que restaurar el dinamismo económico creando empleo y liberando el potencial que aún está por explotar en la UE".
"No podemos cerrar los ojos. La población envejece. La deslocalización va a continuar en el sector industrial y, dentro de poco, en los servicios. La única respuesta es que seamos algo mejores", alertó también el alemán Gunter Verheugen, vicepresidente de la Comisión en la cartera de Empresa e Industria.
Barroso comparó el crecimiento económico europeo con un hijo enfermo. "Y si un hijo está enfermo, estoy dispuesto a dejarlo todo hasta que recupere la salud, lo que no significa que quiera menos a los otros dos". Esos "otros dos" son la agenda social y el medio ambiente. Por eso, se ganó las críticas inmediatas de socialistas y Verdes. "Más dinero para los ricos y más trabajo para los trabajadores", resumió el portavoz socialista. Francis Wurtz, líder de Izquierda Unitaria, le recordó una sincera confidencia del actual presidente de la Unión, el luxemburgués Jean-Claude Juncker: "Todos sabemos lo que tenemos que hacer, pero no sabemos cómo ganar las elecciones después de hacerlo. El señor Barroso ya no tiene ese problema en Portugal".
Bruselas quiere que la UE pacte con cada país objetivos nacionales, no a nivel europeo, sobre metas ahora actualizadas. En la agenda renovada, Barroso destaca la de aumentar la competitividad, aplicar más flexibilidad laboral, completar el mercado único en áreas que aporten crecimiento y empleo, como la energía y los servicios financieros; "redirigir" las ayudas estatales a sectores con más potencial; invertir más en educación y formación, subir realmente al 3% la inversión en I+D, crear un Instituto Europeo de Tecnología... Mr. o Ms. Lisboa vigilará su cumplimiento a nivel nacional. Enviará un informe anual a Bruselas.
Barroso ya apuntó ayer su intención de revisar y modificar dos proyectos de directiva en curso. La primera, sobre liberalización de servicios, es rechazada por Francia porque incluye que las empresas con sedes en varios países podrán aplicar siempre la legislación del país de origen, lo que da una enorme ventaja, por ejemplo, a los países recién llegados a la UE, con menos impuestos y mano de obra más barata. La segunda, llamada Reach y rechazada por Alemania, mete en cintura a la industria química.
Protesta de la izquierda
La Confederación Europea de Sindicatos (CES) se sumó ayer a la protesta de la izquierda, que califica de "neoliberal" el plan de Barroso. La CES dijo ayer estar "muy inquieta" porque la política social y el medio ambiente quedan "relegados" John Monks, secretario general de la confederación, exigió conocer al detalle el futuro de la directiva de servicios, los proyectos para el mercado de trabajo o los supuestos proyectos para que el coste social recaiga más sobre los trabajadores.
El vicepresidente Verheugen, socialdemócrata, se despidió del Parlamento con este intrigante comentario: "No contéis con subvenciones y proteccionismo, porque no podremos protegernos ante la competencia. Quien cree que se puede arreglar todo con salarios chinos y condiciones medioambientales latinoamericanas, se equivoca mucho". "Un empleo es la mejor arma contra la pobreza", sentenció Barroso.
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