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El agua no puede ser moneda de cambio

Nos gustaría equivocarnos, pero mucho nos tememos en la Cámara que nuestra provincia pueda estar siendo objeto de un agravio histórico y se nos utilice como moneda de cambio para facilitar la celebración de determinados eventos. Me explico: en los últimos meses se oye un runrún cada vez más fuerte sobre pactos y negociaciones con el telón de fondo de un evento importante a celebrar en la Comunidad Valenciana y con el trasvase Júcar-Vinalopó y el discurso sobre el Trasvase del Ebro puestos sobre la mesa, para de algún modo contentar a los nacionalistas en Cataluña. Te contento en esto, a cambio de que apoyes lo otro, pudiera ser el lema de la negociación.

No comprendemos si no a qué viene la petición de ERC de que no se ejecute el trasvase Júcar-Vinalopó cuando ni les va ni les viene. ¿O ahora resulta que los republicanos catalanes deciden en Madrid, en Cataluña y también en la Comunidad Valenciana? Apaga y vámonos.

No se explica el retraso en las obras, ni la actitud contemplativa de la ministra de Medio Ambiente, que en los temas del agua para nuestra provincia parece que ni está ni se la espera. Pero a cada cual lo suyo: no quitemos parte de responsabilidad al gobierno de la Generalitat Valenciana que lleva muy retrasado el Plan de Cuenca del Júcar, la modernización de regadíos previa e imprescindible. Y además empiezan a oírse voces que parecían acalladas entre los regantes del Júcar que pretenden no renunciar a sus derechos en contra de sus compañeros del Vinalopó (la solidaridad bien entendida empieza por uno mismo).

Puede ser casualidad, pero tantos frentes a la vez en contra de lo mismo: el trasvase del Júcar y la moderación en el discurso sobre el trasvase del Ebro, pueden conducir en una misma dirección, alguien puede estar pactando a espaldas de Alicante una solución a sus problemas, bien con el pacto en Cataluña o con los eventos que antes mencioné.

Pero es que ya el tiempo no da para más: la situación hídrica en nuestras cuencas es insostenible. No ha llegado a nuestras tierras ni una gota de agua del Ebro, ni parece que pueda llegar en tanto la correlación política actual se mantenga; las desaladoras prometidas duermen el sueño de los justos en cajones olvidados y ahora, un tema histórico que parecía ya superado: el trasvase del Júcar al Vinalopó es cuestionado por enésima vez.

Seguimos dándole vueltas a la utilización del agua, como si fuese algo que va a enriquecer a unos en perjuicio de otros. Es verdad que el agua genera riqueza, pero también es verdad que nosotros compartimos esa riqueza con todos los españoles a través de nuestros impuestos. Pero lo que peligra en estos momentos es el abastecimiento de agua potable en nuestros hogares y en nuestras empresas, y eso nadie lo explica. Sería un drama, pero quizá nos abriría los ojos, el momento en que se cierre el grifo y empiecen las restricciones. Por supuesto espero que nunca suceda, pero al paso que vamos no es descartable en absoluto.

Conviene recordar, el objetivo del Trasvase del Júcar es paliar el déficit estructural del área del Vinalopó, Alacantí y Marina Baja (sobreexplotación de acuíferos y déficit de abastecimientos) con sobrantes del Júcar, en el caso de que los haya, y hasta un máximo de 80 hm3/año. El agua trasvasada desde el río se conduciría hasta el entorno de Villena, donde se encuentran algunos de los acuíferos sobreexplotados, y desde donde parten las infraestructuras ya existentes para conducir los recursos a los centros de consumo.

De los acuíferos sobreexplotados del Vinalopó dependen 50.000 hectáreas de cultivos de regadío de gran rentabilidad y el abastecimiento de agua potable de unos 800.000 habitantes residentes en Alicante y su área metropolitana, y en ciudades del Vinalopó como Elda, Petrer, Elche, Villena, Novelda o Aspe.

Hay problemas enormes también en el Medio y Bajo Vinalopó, una zona dedicada a productos tan rentables como la uva de mesa y otros cultivos con un alto potencial de exportación. Peor es la situación del abastecimiento humano en El Campello y Mutxamel, supeditado a las disponibilidades de otros usuarios agrícolas, lo que obliga a efectuar cortes de suministro prácticamente todos los veranos. También presentan problemas graves las poblaciones de Aspe y Los Hondones que se abastecen del acuífero de Crevillente, declarado como sobreexplotado y con problemas de salinización.

Los acuíferos, cuando no están sobreexplotados o salinizados, tienen unos enormes costes de extracción, ya que las cotas están entre los 300 y los 400 metros de profundidad. ¿Puede ser solución la desalación?, todos los informes nos conducen a pensar que es inviable, tanto económica como ambientalmente, obtener los 80 hm3/año previstos por la aportación de aguas superficiales por la Conducción Júcar-Vinalopó.

El tema del agua levanta ampollas, pero si encima es entre territorios hermanos pertenecientes a la misma Comunidad, peligra aquello tan traído de la solidaridad. Pero si alguien además negocia nuestras necesidades por actuaciones menos imprescindibles, tendremos que levantar la voz y hablar alto y claro. Yo estoy dispuesto.

Antonio Fernández Valenzuela es presidente de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Alicante.

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