Y también canta

Ya se sabe, la de Joss Stone es una de esas historias que hacen babear a jefes de prensa y medios generalistas: la cría británica que triunfa en un concurso de televisión, que graba su primer disco en EE UU con históricos del soul, que ratifica su éxito con una colección de canciones originales. Las objeciones son obvias: ¿Puede una menor de edad resultar convincente en historias de pasión? Aunque los más escépticos se van derritiendo cuando aparece la criatura, con simpatía de adolescente y poderío de estrella. Lleva Joss Stone un trío de coristas y una curtida banda de cuatro músicos, dirigida por el teclista Ray Angry, que incluso toca órgano Hammond y clavinet; aquí, la autenticidad es un valor indispensable.

El encanto de Joss Stone parece infalible en las distancias cortas. Cierto que en Pachá todo estaba de su lado: era un showcase, un concierto breve y privado para la industria musical y los medios, un personal jaranero que se rinde fácilmente ante la belleza.

Además, ella controla su repertorio con seguridad e inserta los obligados estilemas de soul en los momentos adecuados. Quizás tenga un problema con el repertorio, que rara vez alcanza la frescura de Fell in love with a girl. Y seguro que debe resolver -¡pero ya!- quién dosifica sus directos: el lunes tenía al público en la palma de la mano pero alguien se negó tajantemente a que ofreciera un bis, ante el visible desconcierto de alguno de los acompañantes. Eso se llama arrancar la derrota de los fauces de la victoria.