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Columna
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Breada nacional

Ahora que bajamos por el tobogán de la historia embalados a través de la Fase Decisiva, conviene hacer cuentas. No ha pasado un mes desde el día glorioso en que en Euskal Herria volvió a amanecer y van bien las cosas, muy bien. Quizás los próximos meses demos el paso irreversible en nuestra ya imparable liberación. Hemos machacado en el Parlamento vasco a los partidos españoles. Tenemos a Madrazo. Le exigimos todos los días al Estado que reconozca nuestros derechos. Le ofrecemos negociación y diálogo con las manos abiertas. Qué más se puede pedir. Hasta a los de Elkarri, de común tan tristes, se les ve llenos de alborozo.

El Parlamento estatal, doblegado, se verá forzado a discutir sobre nuestros derechos como pueblo. Es la primera vez en la historia: eso que hemos conseguido ya. Van a debatirlo cuanto antes, tienen prisa por machacarnos, sin caer en mientes que lo más difícil, la unión de los vascos, se ha conseguido ya. Todo lo demás caerá como fruta madura. En el Parlamento del Estado alguno de los que apoyan al Gobierno de los españoles nos votará a nosotros los vascos. Si los imperialistas nos siguen negando la libertad, les haremos un referéndum o consulta, qué más da el nombre si se trata de reconocer la capacidad de decisión de los vascos.

No ha pasado un mes desde el día glorioso en que en Euskal Herria volvió a amanecer y van bien las cosas, muy bien

Hacen muchos chistes sobre el Plan. Que sigan con ellos, pues entre broma y broma nos llevamos el gato al agua.

Hay ingenuos que piensan impedirnos la consulta. Pues ya dirán cómo. Deben de creer que el asunto va ad calendas griegas. No ven la velocidad que esto lleva, raro es el mes sin días históricos; no perciben que Euskal Herria, desbocada, ya no tiene freno, ni cabe dejar para mañana lo que los vascos palpan hoy. Hay que aprovechar 2005, que ha empezado bien. Ahora que el Plan liberador ha cogido marcha, conviene aprovechar. Vamos lanzados, hay breada. Hay breada nacional y ya no nos parará nadie.

Aprovechemos. Al referéndum cuanto antes. Lo mejor es lo más rápido y la distancia entre dos puntos, el de la opresión secular y el de la libre asociación -mejor harían los españoles en aceptarla cuanto antes; si no, se arrepentirán, pues pronto hablaríamos de cosas mayores- es la línea recta. Ya no más desvíos: en caída libre hacia nuestra libertad. ¿Lo mejor? Convocar el referéndum para el día de las elecciones autonómicas, a fines de mayo, más o menos los seis meses anunciados. ¿Para qué esperar? A ver cómo impiden una urna más en cada mesa. Y es de imaginar qué elecciones liberadoras tendríamos: todo el frentismo del mundo, Ermua contra Lizarra (españoles contra vascos). ¿Puede haber algo más ilusionante que unas elecciones frentistas, en las que la Nación gana siempre? No sería raro que fuésemos a la mayoría absoluta. Y en el referéndum, arrasamos. Calculemos: vota el 80 % y un 60 %, que sí al Plan, qué menos. Votamos casi todos y mayoría nítida para lo nuestro, ¿quién nos va a cuestionar en el futuro? Saldrá alguno con que eso no es comparable a lo del difunto Estatuto, porque los votos afirmativos no llegan al resultado de entonces ni al 50 % del censo, pero, al margen de que igual sí, quienes lo crean no han entendido nada. El Estatuto está muerto, la votación del 79 fue hace mucho tiempo y ahora son nuevos tiempos, con los nacionalistas reunidos. Ya no es aquello.

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El Estatuto está muerto, no cuenta, y por eso hace falta un nuevo punto de partida, no sirven arcanos resultados. Esta defunción del Estatuto es la intríngulis del proceso. Ha muerto y sigue funcionando, bien que como zombi, pero es muerte que por eso no se nota; ha muerto el fuero, no el huevo, lo que es ventaja; y, además, todo sabemos que es como lo del ave fénix, para renacer esplendoroso -o, si las cosas van mal, en el estado que estaba cuando el occiso-. En estos asuntos conviene ir sólo a ganancias.

Van las cosas bien: hasta puede leerse que hay choque entre legitimidades, la de la Constitución (estatal) y la del Plan (vasco). Nos han cogido respeto y ponen lo nuestro al mismo nivel que lo de ellos. Españoles había que decían que nunca caerían tan bajo; pues están aviados. ¿Qué agoreros presagiaban que nos iba a perjudicar el apoyo de los presuntos próximos a ETA? Pues apoyaron y no ha pasado nada, menos quejas de gente que siempre se hubiese quejado. Bien mirado, hasta parece mayor éxito que esta equiparación del Plan con la Constitución se haga tras el apoyo de Arnaldo y éstos, pues reconoce sin tapujos una legitimidad de todos los vascos.

No ha de extrañar así el último comunicado de ETA, que desborda poesía. Que habla de "camino hacia la libertad", "angosto camino entre matorrales", "esperanza", "encrucijada", "frutos", "que el humo no ciegue los ojos de los abertzales y progresistas de buena fe", "soluciones del presente", "oportunidades del futuro". La próxima vez, nos escriben en sonetos. Luego está la bomba de Getxo; todo el mundo diciendo cosas, pero ¿cuándo anunciaron que lo han dejado? Además, para que la tregua se declare y se cumpla la "ausencia de violencia" hace falta antes actividad, si no, ¿quién ha de creerla?.

Fue sorpresa el resultado parlamentario. Verdad es que días antes un dirigente preclaro aseguraba que ya había acuerdo y que habrían los votos necesarios, pero era conversación casi privada y sus palabras deben de achacarse a sagacidad y no a pactos espúreos. No: el camino hacia nuestra liberación es terso, limpio y noble, y será rápido. Quizás el próximo Aberri Eguna sea el último en opresión. El año que viene, la libertad. O sea, que jugaremos para el Mundial el partido Euskadi-España. En San Mamés, y con árbitro del Vaticano, seguro que les machacamos.

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