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Columna
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El 5%

La barrera que supone obtener como mínimo el 5% de los votos emitidos en toda la Comunidad Valenciana para acceder a las Cortes es una aberración. No por la cifra, sino por imputar ese porcentaje al total de votos emitidos entre las tres circunscripciones electorales, Alicante, Castellón y Valencia. Antes de discutir la cifra de ese porcentaje mínimo, habría que poner en tela de juicio el hecho de que el mismo se refiera a los votos emitidos en todo el País Valenciano. El legislador ha querido que sea cada una de las tres provincias la que elija a sus representantes en las Cortes. Y, por tanto, no tiene sentido que si en una provincia, por ejemplo, una de las listas presentadas obtiene un 10% de los votos emitidos en la misma, lo cual le daría derecho, pongamos por caso, a dos diputados, y ese 10% de votos no supone, como mínimo, el 5% del total de los emitidos en todo el país, los dos diputados elegidos no puedan acceder a ocupar su escaño. Parte de la voluntad popular de esa provincia habrá sido cercenada. Por lo tanto, y en mi opinión, la reforma del Estatuto para conseguir una mejor representación de la voluntad popular en las Cortes debería consistir, en primer lugar, en que el porcentaje mínimo para acceder a las mismas sea imputable a los votos de cada circunscripción electoral, es decir, de cada provincia, y no a los votos de todo el país. Y en segundo lugar, que para que las Cortes representen con mayor fidelidad lo que es la realidad plural de las opciones políticas valencianas, el actual porcentaje mínimo del 5% se rebaje al 3%. De lo contrario, la voz de algunos centenares de miles de contribuyentes quedará excluida de la institución que ha de representar la voluntad popular. Los dos partidos mayoritarios, PSPV y PP, tienen la ocasión, si ponen voluntad política, de corregir este déficit democrático que contiene nuestro Estatuto. Y demostrar, así, su deseo de mejorar el sistema. Si lo que prefieren es repartirse entre ambos la representación popular, despreciando a las minorías, ¡adelante! Pero procuren no alzar demasiado la voz cuando hagan profesión de fe democrática. Quedaría muy feo.

fburguera@inves.es

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