Carne y palabras

Las llamadas Coreografías al minuto, como su nombre indica, son viñetas urbanas, desgarradas y voluntariosas, pero que aún no respiran con la densidad de la obra terminada; en algunas de ellas hay detalles de humor y de ironía, pero faltan soluciones en lo estrictamente bailado. Muy distinto es el caso de Morfología de la soledad, con un trabajo mucho más elaborado y escénicamente tan duro como eficiente. Sigo pensando que sobran los textos corales del final, ya bastante nos explica, y bien, Marcos García en sus descreídos monólogos. Sexo, incomunicación, quimeras: así es la pieza, y en ella los bailarines se entregan a fondo.

Siempre es bueno encontrar nuevos talentos para la interpretación, y ése es el caso de Iker Arrue. Nuevo fichaje de la compañía de Muraday, Arrue une a su innata plasticidad y estilizada línea, capacidad histriónica y un movimiento que, aún desde la inexperiencia, respira autenticidad y transmite emoción; de hecho, ha entrado en el universo expresivo del coreógrafo entendiendo esa zona oscura, particular, no confesada, que es la que al creador le interesa explorar. Las obras estarán en cartel hasta el 30.