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El héroe culé del Valladolid

Moré, hijo del técnico del Tenerife, ha pasado del anonimato y del banquillo a ser foco de su afición gracias al gol que eliminó al Madrid

El partido estaba a punto de acabarse en el Bernabéu. El gol de Owen daba el pase a los cuartos de final de la Copa cuando Xavi Moré quebró a Roberto Carlos y colocó la pelota pegada al palo. A miles de kilómetros, en la oscuridad de la sala de cine del Club Náutico de Tenerife, un tipo alto saltó gritando gol ante el asombro de treinta aficionados del Madrid. Se giró y asomó la cara del orgulloso padre del autor del gol, Pepe Moré, entrenador del Tenerife. Xavi, su hijo, acababa de voltear todos los pronósticos con un regate del que Roberto Carlos salió avergonzado. "En un estadio así, y con Roberto Carlos enfrente tienes aún más ganas de regatear", asegura el futbolista al que además le puede su condición culé, heredada de su padre, formado en las categorías inferiores del Barcelona y con quien todavía hoy habla en catalán.

La jugada del gol es algo que Moré intenta en muchas ocasiones en el poco tiempo que actúa en los partidos oficiales del Valladolid. El gol le ha colocado bajo los focos, pero su temporada se resume en bastantes horas de banquillo y, en el peor de los casos, en domingos sin convocatoria. "Así es el fútbol", asegura Moré, "he pasado del anonimato a ser un héroe, solo por un gol. Está siendo una temporada muy difícil para mí, sobre todo el último mes y medio. El entrenador apenas ha contado conmigo aunque si tengo que agradecerle que en estos partidos de Copa me haya dado minutos". Para colmo, cuando juega, pocas veces lo hace en su lugar natural, la banda derecha, y sí en la izquierda, donde le cuesta mucho más encarar y marcharse del defensor, o incluso como segundo delantero.

Debutó en el primer equipo del Valladolid hace dos campañas con su padre en el banquillo. "El que mi padre sea entrenador y haya entrenado al Valladolid me ha perjudicado más que beneficiado porque te miran con más de recelo. Hay incluso quien dice que tardó demasiado en ponerme en el equipo", afirma Moré que jura que el equipo que entrenase su padre sería el último al que iría a jugar.

La temporada siguiente Fernando Vázquez no contó con él y Sergio Kresic ha preferido reconvertir a un media punta como David Sousa en interior derecha antes que colocar a Xavi en el once inicial o incluso en las convocatorias. Sin embargo Xavi no dice una palabra más alta que otra, quizá porque conoce a fondo el trabajo del entrenador: "Kresic habla mucho conmigo, pero me guardo lo que me dice. No me da muchos minutos pero mi relación con los técnicos es excelente, me tratan igual que a cualquiera y eso es lo importante".

La afición vallisoletana martilleaba el mismo estribillo: "Este chico está pidiendo a gritos jugar". Moré es uno de los favoritos del graderío, pero el jugador pide más: "La clave de todo es la continuidad. Lo del Bernabeu está muy bien pero si sólo juego 20 minutos de vez en cuando no hay forma de que las cosas funcionen". También es uno de los más queridos en el vestuario y ha hecho piña con Oscar Sánchez, un interior zurdo que ha pasado por la misma situación que Xavi. Cuando el partido acabó llovieron las felicitaciones, las de sus amigos a quienes dedicó el gol con golpes de pecho, un gesto de su pandilla, y sobre todo la de su madre, que no sabe con quien sufre más, si con el hijo que no juega o con el padre que tiene al Tenerife en la mitad de la tabla de Segunda.

Mané en el partido que eliminó al Madrid.
Mané en el partido que eliminó al Madrid.

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