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La Biblioteca Nacional estrena identidad, logotipo y jardín

Alberto Corazón rediseña el gran edificio

La Biblioteca Nacional, uno de los grandes edificios históricos de la ciudad, con fachada al paseo de Recoletos y flanqueado por las calles de Villanueva y Jorge Juan, comienza a plasmar los cambios internos y exteriores anunciados por su directora, la escritora catalana Rosa Regás, nombrada la pasada primavera.

Puertas adentro, dos nuevos espacios van a ser ganados para el público: la gran sala hipóstila, que adentra al visitante al edificio, y una escalera marmórea, hasta hace poco invadida por taquillas y roperos. La gran biblioteca modifica también su logo, con sus dos iniciales B y N coronadas con tipografía neoclásica, a partir de ahora de color azul ultramar oscuro, más conocido como Pantone 638. Así lo explica el diseñador madrileño Alberto Corazón, al que Rosa Regás ha encomendado hallar la expresión completa de una nueva identidad para la institución estatal madrileña.

Para ello, Corazón ha ideado, junto al nuevo logo, la tipografía institucional y la nueva señalización que encauzará la circulación interior de las visitas. "El criterio que he recibido de Regás ha sido hacer de la Biblioteca Nacional un espacio accesible a todos. Para lograrlo", cuenta Corazón, "propongo una nueva mirada y un nuevo lenguaje". ¿Por ejemplo? "Un innovador sistema de señales para jalonar los recorridos interiores de la biblioteca. Consiste en bloques de leds, es decir, pequeños puntos luminosos que crean imágenes e interactúan con la información que les suministra cada visitante según sus preferencias". ¿Cómo? "Mediante una tarjeta electrónica que se le dará a la entrada", explica el diseñador. "Las demandas de lectores, investigadores o simples visitantes recibirán respuesta inmediata desde la señalización".

En el exterior del gran edificio, los cambios afectan al aspecto de su magna fachada y al jardín. Éste languidecía convertido en estacionamiento y, a partir de ahora, va a ser recobrado y puesto en valor. De unos cien metros de frente, cuenta con árboles singulares como un pino carrasco cuyo porte es de unos 15 metros, así como cipreses, palmeras, chopos, magnolios, setos y arbustos de distintas especies. Para un ámbito tan singular, Corazón y su equipo de diez colaboradores han ideado bancos individualizados en madera de teca y en número superior a 50. Permitirán o bien la abstracción para la lectura o bien la conversación, al quedar dispuestos de dos en dos en parejas con autonomía propia.

Además, el jardín va a ser ornamentado con seis grandes banderolas exentas, de tres por ocho metros cada una, sobre portantes de diez metros de altura. Exhibirán emblemas semejantes a los heráldicos que agitan los sbandieratti, cuenta Alberto Corazón en referencia a los espectáculos de banderas protagonizados por jóvenes italianos ataviados a la usanza juglaresca.

En cuanto a la fachada, dispondrá de una nueva iluminación que, según la dirección del centro, será instalada por la compañía Endesa y que resaltará la serena grandeza del edificio neoclásico, reformado durante los pasados tres lustros.

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Alberto Corazón asume también la definición de un nuevo diseño editorial para unificar gráficamente toda suerte de publicaciones de la Biblioteca Nacional, desde la correspondencia diaria -membretes, marbetes, rótulos- hasta las ediciones limitadas, con precios para todos los bolsillos, de jugosos textos que la institución atesora.

Por su parte la directora, Rosa Regás, subraya: "Estos cambios quieren ofrecer posibilidades de promoción a cuantos en la Biblioteca Nacional trabajan".

Fachada de la Biblioteca Nacional antes de su reforma.
Fachada de la Biblioteca Nacional antes de su reforma.

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