El pianista y los espíritus
Algunos dicen que hago jazz pero como soy cubano tienen que poner delante el adjetivo latin. Además, como introduzco elementos africanos, entonces hablan de world music. Así que ya tenemos tres palabras para referirse a mi música: world latin jazz y podríamos seguir. Por eso yo prefiero hablar de música de los espíritus". Omar Sosa, pianista y compositor, lo explica con naturalidad, invocando ya de entrada a esos espíritus que tan presentes están en toda su propuesta musical. "Lo importante es la paz y la unidad de culturas. Vivimos en un mundo en que, si no paramos un momento para mirar en nuestro interior y sentir nuestra respiración, estamos perdidos. Acabaremos enfermos físicamente porque cuando no se alimenta el espíritu, el cuerpo, la materia, se empieza a destruir".
La espiritualidad y la reli
gión forman parte indisociable tanto del trabajo como del discurso personal de Omar Sosa. "La santería ha hecho que yo vea lo importante que es el contacto con tus espíritus y tus ancestros porque ellos son las voces que debes escuchar para llevar adelante cualquier proyecto en la vida, en mi caso en la música. Yo no hago nada basado en modas o pensando en que venderá, cuando compongo es porque algo llega a mí y yo simplemente lo transmito. Es la voz de los espíritus y de los ancestros la que hace posible que la materia, que somos nosotros, sea capaz de transmitir lo que llega hasta ella. Unos lo transmiten en matemáticas, en química, en literatura..., y otros, como yo, en música".
Omar Sosa (Camagüey, Cuba, 1965) lleva desde los veinte años materializando esa voz interior en diversos proyectos musicales que primero tocaron el campo del rock y últimamente se acercan más al jazz y a las músicas de raíz. Mulatos (Karonte) es el sugerente título de su último trabajo discográfico. "Mulatos es un reflejo del mundo en el que vivimos", afirma Sosa. "Una mezcla de culturas, tradiciones y diferentes raíces étnicas con las que vivo a diario. Incluso en mi vida privada: mi hijo es mulato ya que es hijo de padre negro cubano de orígenes africanos y madre blanca catalana que debe tener antecesores árabes o quién sabe. En Cuba siempre hemos hablado de la historia del mulato, pero cuando lo vives en tus propias carnes es distinto. Son este tipo de cosas las que, de una manera u otra, hacen que tengamos que integrarnos unos con otros".
En el plano musical, Sosa
ha mezclado sus propias raíces con elementos procedentes tanto del África negra como magrebí. "En mi disco participan un bajista alemán [Dieter Ilg], un laudista tunecino , un clarinetista cubano
y un productor inglés de madre catalana afincado en París . Es muy importante para mí mezclar la esencia africana con el mundo occidental, integrar diversos elementos de diferentes partes del planeta y, sobre todo, compartir ese mensaje que llega a través mío con todos ellos. Inicialmente el mensaje es mío, pero desde el momento en que ellos lo interpretan pasa también a ser suyo. El arte no es del que lo transmite, sino de todos los que lo comparten".
Omar Sosa se queja sin quejarse de la mercadotecnia que envuelve el mundo de la música. "Todos somos esclavos, aunque no llevemos grilletes físicos tenemos otros de tipo tecnológico, material
... que están controlados por un núcleo que forman los bancos y los cuatro ricos que hay en este planeta. La agresividad es la esencia, de una forma u otra, de la vida, pero la respuesta del ser humano ha de ser luchar contra esa agresividad". De sus palabras se desprende que tampoco tiene prisa por acceder a lo que habitualmente conocemos como fama. "Cuando las cosas se hacen con amor y honestidad acabas llegando a la gente, y muchas veces no llegas a multitudes porque las multitudes están muy influidas por las multinacionales que mueven hábilmente sus tentáculos. Yo soy seguidor de una bella letra de Pablo Milanés: 'Lo que brilla con luz propia nadie lo puede parar'. Más claro el agua y la prueba está en lo sucedido con el Buena Vista Social Club. Tenía que pasar tarde o temprano. Esa música se escuchaba en Cuba de toda la vida, la suerte fue que vino uno de esos elementos que mueve tentáculos, le tocó esa pureza y los movió. Bebo Valdés es otro ejemplo similar. Lo triste son todos los que han muerto sin poder saborear el plato que habían estado cocinando durante toda su vida: Arsenio Rodríguez, Peruchín...
Sufro cuando pienso en ellos".
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