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Análisis:'LA AZOTEA DE WYOMING' | TVE-1
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Nostalgia de lo 'progre'

El Gran Wyoming ha vuelto a Televisión Española desde una azotea que se asoma al vacío. En este caso, el humor sirve para presentar invitados con una concepción progresista de la vida. En La azotea de Wyoming se reúnen personas concienciadas, lo cual significa que no sale Julián Muñoz. Pocos gags y el recurso, ya clásico, de comentar la actualidad, aunque sin el garbo de Caiga quien caiga, ya que el interlocutor de Wyoming es un muñeco-rata llamado Ramón que, con la intención de ser corrosivo, se queda en plasta. Cuando Wyoming se encara con la cámara y practica la labia que le ha llevado a ser un brillante predicador del canalleo, ofrece lo mejor de sí mismo. Pero la lealtad no se limita a la ideología. Wyoming también recupera a algunos de sus disfuncionales amigos. El Reverendo, por supuesto, y Pepín Tre, uno de los maestros del delirio verbal.

La reiteración de referentes progres (Imanol Arias, Carlinhos Brown, Gervasio Sánchez) provoca un clima envejecido que patinó el miércoles en la entrevista con una ficticia camarera ninfómana o la aparición de Pedro Reyes cargando con los mandamientos antitelebasura. "En lugar de un programa de información, parece un programa de reinserción y rehabilitación", dijo Wyoming con la sabiduría del veterano. Algo de eso hay. Se reinsertan unos contenidos que habían sido criminalizados por la televisión pública. Y se rehabilita un estilo anticuado, que tendrá que defenderse con algo más que nostalgia de amiguete e izquierdismo obvio.

No será fácil: la noche tiene ofertas tan diversas como el adictivo after-hours regentado por Sardá o el tinglado portuario de cachondeo-espectáculo que dirige Buenafuente. De todos los garitos de la noche, el de Wyoming es el más humanista, aunque eso no garantiza nada. Y lo curioso es que, en otros tiempos, sus triunfales competidores fueron alumnos suyos. Cría cuervos y te quitarán la audiencia.

[La azotea de Wyoming contó el pasado miércoles con una media de 1.384.000 espectadores y una cuota de pantalla del 20%].

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