"Samuel es uno de los tres mejores centrales del mundo"
Gabriel Milito (Buenos Aires, 1980) no podrá disputar la próxima jornada porque ante el Betis vio la quinta cartulina amarilla. No tendría más trascendencia de no ser porque el rival del Zaragoza es el Real Madrid, el club que le cerró las puertas al considerar que tenía una rodilla maltrecha y que se trataba de una lesión crónica. El tiempo le ha confirmado como uno de los centrales más eficaces y seguros de la Liga.
Pregunta. ¿Le fastidia perderse el partido contra el Madrid?
Respuesta. Es una lástima porque jugar en el Bernabéu siempre es lindo. Pero lo mismo que en el Camp Nou o en Mestalla. Contra el Betis fue uno de esos partidos en los que hay que jugar al límite para ganar y no pensaba en el después. Así que no me arrepiento de la cartulina.
"Era el Madrid el que quería pagar por mí, no al revés; así que si no estaban convencidos..."
"No soy un líder, pero grito mucho y me gusta que me den un toque si me duermo"
P. ¿No le hacía especial ilusión?
R. No. Mi filosofía es vive y deja vivir. Y siempre intento aplicarla. Eran ellos los que querían pagar por mí y no al revés. Es decir, que si no estaban plenamente convencidos de que yo estaba bien, no tenían porque pagar. Creo que es un buen motivo para no gastarse la plata, aunque estuvieran equivocados.
P. Y ahora el Madrid tiene problemas de centrales
R. Lo de Woodgate es mala suerte. Y lo de Samuel es lógico, porque el equipo, que por tradición siempre ha jugado ofensivamente, le deja expuesto al rival. Pero creo que es uno de los tres mejores centrales del mundo y que acabará triunfando.
P. ¿Tiene la clave para ganarle al Madrid?
R. El año pasado nos enfrentamos varias veces, entre ellas la final de Copa, y salimos bien parados. Hay que jugarle con orden, esforzarse al máximo y no dejarle tener el balón. Pero siempre que jugamos así, al cien por cien, ganamos. De lo contrario, perdemos.
P. ¿Se considera un ganador?
R. Más bien, un mal perdedor. Pero eso siempre ha sido así. Recuerdo que cuando era pequeño jugaba en el jardín de mi casa contra mi hermano, Diego, a tandas de penaltis. Los dos nos cogíamos un equipo y narrábamos todo: los jugadores, el golpeo de balón, nos inventábamos las voces del público, cánticos... ¡Imagínese lo que significaba perder!
P. Así que siempre le ha acompañado la pelota.
R. De toda la vida. Pero es normal porque mi padre y mi abuelo también jugaron a fútbol, aunque amateur. Mi madre a veces nos regañaba porque no parábamos de jugar. Recuerdo que nos gritaba lo mismo: "¡Primero el colegio y luego el fútbol!".
P. Aunque empezó jugando a fútbol sala ¿no?
R. Sí. Al cumplir 6 años mi padre me llevó al equipo de mi barrio, el Bernal. Luego, más adelante, ingresé en Independiente.
P. Y no le fue mal.
R. Nada mal. Tuve la suerte de que me convocaran para jugar con las selecciones inferiores de Argentina y de ir ascendiendo categorías en el club.
P. ¿Fue en la época en la que le apodaron El Mariscal?
R. Sí. Resulta que Walter Nelson, un periodista muy conocido de allí, me vio jugar en un partido de la Sub-17 y lo soltó. Desde entonces, se me quedó.
P. En 1997 debutó en Primera y al año siguiente le entrenó Menotti, un hombre que revolucionó el fútbol argentino...
R. Sí, era magnífico. Me encantaba su forma de hablar con los jugadores, su personalidad y su idea del fútbol. Personalmente, siempre le estaré agradecido porque fue quien realmente me hizo jugador.
P. Quizá le contagió eso de gritar en el campo.
R. Tampoco es eso. Yo grito porque creo que es una de mis funciones. No me considero líder, pero al igual que yo recrimino cosas, me gusta que me den toques de atención si me duermo. Hay que hacerlo para estar centrados y para mejorar.
P. Supongo que para mejorar, también se fijaría en alguien.
R. Como cualquier argentino, en Diego Armando Maradona. Pero también me gustaban mucho Passarella y Baresi.
P. Lo que no le gustará es que el Zaragoza y los jugadores no hayan llegado a un acuerdo sobre las primas a percibir.
R. Es incómodo. Pero creo que pronto se solucionará. Lo que pasa es que se acabó un convenio de tres años y se ha tenido que empezar de nuevo.
P. ¿Le molesta que el público de La Romareda les grite peseteros?
R. La gente puede decir lo que quiera. Lo que pasa es que el asunto coincidió con que perdimos tres partidos seguidos en casa. Pero el el partido ante el Betis, que ganamos, no escuché ninguna queja.
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