El Getafe merece más
Al equipo de Quique Sánchez sólo le faltó gol ante un flojo Sevilla
La vuelta al tajo es una castaña para todo bicho viviente, especialmente si se vive de un salario, pero también es un buen metro para cuantificar algo tan escurridizo en su definición como la actitud. El césped del Sánchez Pizjuán sirvió ayer de registro de cómo eligieron pasar las fiestas navideñas algunos de los profesionales del fútbol español.
El devenir del encuentro dejó claro que el equipo de Quique Sánchez no olvidó que las fiestas no son más que un paréntesis entre curro y curro, que caducan en un guiño. Salió ordenado, con el perfil de gusto y modestia laboral que ha hecho suyo. A pesar de que a Riki no le trajeron los Reyes Magos el paquete de generosidad que agrandaría su juego, el Getafe fue hábil en la táctica y serio en el juego. Tan sólo le faltó haber metido la pelota en alguna de sus muchas oportunidades.
En el Sevilla, la cosa fue totalmente diferente. La catarata de éxitos que prologaron la llegada de los días de permiso parece haberles resultado más difícil de tragar que un polvorón. Renato, Alves y Baptista seguían en el avión de vuelta, sólo estaban en el césped en persona, no fueron capaces de hacer nada de lo que se les debe exigir por calidad y sueldo. Javi Navarro servía de contraste; tanto a estos como a su compañero de zaga, Aitor Ocio, fallón y protestón. Sergio Ramos tenía al director de fútbol del Real Madrid, Arrigo Sacchi, anotando desde el palco sus evoluciones. Lo que se ahorró en tinta.
Joaquín Caparrós no fue capaz de reaccionar ante la empanada que mostró su equipo en la primera mitad, que mostró impúdicamente sus carencias, que parecían superadas. Al orden de las líneas del Getafe y el trabajo de Vivar Dorado o Rivas, opuso el Sevilla el fútbol único propio de los mediocres. El centro del campo era un océano y Baptista tampoco parece ahora aquél que se vio y disfrutó. Intentó Caparrós la heroica con la entrada de Makukula, por primera vez en Liga, y Capel. El congoleño no está aún para jugar y a Capel tampoco se le pueden pedir milagros.
La honestidad se predica, pero también se cultiva, como hizo ayer el Getafe que dio una lección al que se cree el equipo de moda.
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