Vicente Iborra
Fui amigo de Vicente Iborra. Fuimos buenos amigos desde los años de juventud. Y compartimos muchas convicciones. Aunque no todas, como es lógico. Pero desde el mutuo respeto. Vicente ya no está entre nosotros. Su familia ha querido que la despedida tuviese lugar en la intimidad. Y hay que respetarlo. Comparto, en primer lugar, las palabras que su hijo Ignacio ha hecho públicas en su memoria y, en especial cuando dice: "lamentamos mucho que ante parte de la sociedad, su recuerdo se limite a un proceso judicial que define muy poco su trayectoria". Lamentable circunstancia, añado yo, que le condujo a retirarse de su presencia pública. Una decisión que hay que valorarla en lo que significa de honradez y responsabilidad cívica. Otros, encontrándose en circunstancias parecidas, o más graves, no sólo no han renunciado sino que continúan pavoneándose por el escenario público, sea en el ámbito empresarial o político. Vicente Iborra fue -y lo digo como elogio- un home de poble i del poble. Un hombre que en todas sus actuaciones primaba su valencianía, su interés por los problemas de su pueblo. Sin ridículas vanidades, sin buscar protagonismos. Lo demostró como fundador y presidente de la Confederación Empresarial Valenciana y como impulsor de la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados. Recuerdo una conversación que tuvimos hace años sobre la contribución del País Valenciano a la industrialización de España, en momentos difíciles, con las divisas que proporcionaba la exportación citrícola. Y me hizo esta precisión: no sólo con las divisas que percibían los exportadores sino con las que se quedaba el Estado, cuando el dólar, que en el mercado internacional estaba a 60 pesetas, el Instituto de Moneda Extranjera lo liquidaba a los comerciantes a la mitad o poco más: 30/35. "Imagina't, Paco", me decía, "a com s'hauria pogut pagar la taronja als llauradors, cobrant el dólar a 60 pessetes. I els milions que no van entrar al País Valencià al llarg d'aquells anys". Vicente Iborra nos ha dejado. Para mí, el amigo. Y para todos, un conciudadano que no sólo se consideraba valenciano sino que, además, ejercía. Desde estas líneas, un abrazo a su familia.
fburguera@inves.es
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