"Yo quiero que mi marido se cure"

Por la calle y por la plaza Mayor corría una pregunta recurrente en este tipo de eventos: "¿Cómo cruzo al otro lado?". La policía se encogía de hombros ante la avalancha de personas que, con cualquier excusa, intentaban saltarse las vallas. "Oiga, es que yo tengo que subir al balcón que hay ahí...", pedía una señora enfundada en pieles. Muchos llevaban esperando a los magos desde las cuatro de la tarde.

Entre las gradas instaladas en la plaza Mayor se encontraba el concejal de IU Julio Misiego, enviado del Rey Melchor en cabalgatas anteriores y que en ésta prefirió ver los toros desde la barrera.

Una comparsa de época entretenía a los apostados en la plaza Mayor mientras llegaban los reyes.

Los miembros de la comparsa realizaron un número con bailes en una cocina que para muchos fue ininteligible. "¡Viva el guisante!", dijo uno de los actores al terminar, sin que nadie entendiera nada. "Es que esto parece más un carnaval que una cabalgata. Para los mayores está bien, pero a los niños no les gustan estos números", se quejaba una abuela. Sus nietas, en cambio, parecían estar ensimismadas con los artificios.

"Yo quiero que mi marido se cure", pedía una mujer, mientras señalaba a un hombre pelirrojo en silla de ruedas. Su hija Sara, de tres años, ya apunta maneras de presumida: "He pedido un maquillaje", apuntó.

María y Esther, del Samur, dijeron a coro que querían "salud, dinero y amor", y "que este año no sea para Madrid tan malo como el anterior".

La colombiana Paola, de 15 años y con síndrome de Down, quiere tener hoy cuando se levante un traje de policía. "Yo sólo quiero que le hagan feliz a ella", añadió su madre, Esperanza, con los ojos húmedos.

Aunque luego se lo pensó mejor: "Bueno, y que nos toque la lotería del Niño".