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Reportaje:

La última desgracia de Miñambres

El jugador del Espanyol, cedido por el Madrid, se pierde la temporada por una rotura del ligamento de la rodilla izquierda

Jordi Quixano

No se podía imaginar que ese esfuerzo por llegar al balón le privaría de jugar el resto de la temporada. Justo cuando las cosas le iban bien, cuando empezaba a contar para el técnico, un mal gesto y un apoyo forzado se aliaron con el infortunio y dejaron a Óscar Miñambres (Madrid, 1981) tendido en el suelo de Mestalla. La rodilla había cedido y había chasqueado con el brusco movimiento. En el césped, entre bramidos, se sujetaba la rodilla como si ésta quisiera salirse de sitio. Tras una rápida exploración, el médico del Espanyol, Miquel Cervera, se apresuró a notificar que la lesión no era grave y que el jugador, en cuestión de un par de semanas, se repondría de una distensión de la cápsula posterior de la rodilla izquierda. Pero la mala suerte volvía a entrometerse en la azarosa carrera deportiva de Miñambres: no se trataba de una simple distensión. Era mucho más que eso.

"Me molesta mucho, pero como no se ha inflamado ni me ha salido hematoma, parece que no es nada importante", explicó Miñambres desde su casa de Madrid, durante las vacaciones navideñas. El miércoles pasado, puesto que el dolor no remitía, Miñambres se fue a hacer una resonancia magnética. El último día del año llegó el diagnóstico: rotura del ligamento anterior y meniscitis externa de la rodilla izquierda. "Puedo andar, conducir y casi estirar la pierna por completo. Espero que sea un error", comentó Miñambres. Ayer, el futbolista se hizo la última prueba en la consulta del doctor Ramon Cugat, jefe de los servicios médicos del Espanyol. "Es una desgracia pero son cosas que pasan. No puedo derrumbarme...", se decía interiormente, a modo de consuelo, mientras le ratificaban la mala noticia.

Ya se derrumbó en junio de 2003 cuando, debido a una crisis de ansiedad y previo consentimiento del seleccionador, Juan Santisteban, abandonó una concentración de la selección sub 21 española. "Del Bosque [por entonces técnico del Madrid] no confiaba en mí. Nadie me explicaba nada, me sentía agobiado y pensé que lo mejor era irme", comentó Miñambres una semana después. Llegó al banquillo blanco Carlos Queiroz. Tampoco contó mucho con él. "Ya sabía que si Michel Salgado seguía, yo apenas jugaría", razonaba el jugador. Pero lo que no sabía es que en la pretemporada asiática se rompería, al pasarse de frenada, el quinto metatarsiano del pie izquierdo. Lejos de sellar la paz con la suerte, rechazó, al cabo de un mes, el tornillo incrustado. Volvió a operarse y, en esta ocasión, le soldaron el hueso con OP1, una sustancia líquida. Cuando todo parecía resuelto, se resbaló en casa con un calcetín y, al aterrizar, volvió a partirse el hueso. Afligido por su desdicha, volvió a operarse. Un tornillo más grueso y más corto fue la solución definitiva.

El técnico del Espanyol, Lotina, al principio de esta temporada, aceptó al jugador en su equipo a pesar de su inactividad. Le gustaba su polivalencia. Pero no fue en su puesto natural, el de lateral, donde, después de alzar la voz para mostrar su inconformismo por la suplencia, se ganó la titularidad. En la 16ª jornada se estrenó como titular y mediapunta en el campo del Numancia. No lo hizo mal. Lotina volvió a alinearle en Mestalla. Pero la mala suerte volvió a cebarse con él: corría el minuto 13 y se rompió la rodilla. Lotina, ayer, aseguró que buscará recambio en el mercado de invierno.

Alfonso Del Corral, jefe de los servicios médicos del Madrid, o el propio Cugat pueden intervenirle. "Me da igual quien sea. Pero que lo haga bien", pide Miñambres. La recuperación la hará en Madrid, cerca de su familia. Eso, sin duda, le ayudará a luchar contra la lesión y contra su eterno infortunio.

Óscar Miñambres.
Óscar Miñambres.RODOLFO MOLINA

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