Jubilación en el SAS

Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua que "anonadar" significa "causar gran sorpresa o dejar muy desconcertada a una persona". Viene esto a cuento al reflexionar sobre la situación en la que he quedado tras tener noticias de la aprobación del Plan de Ordenación de Recursos Humanos por parte del Servicio Andaluz de Salud. No tengo ni idea de los entresijos del funcionamiento de este servicio público, pero sí soy usuario del mismo en más ocasiones de las que quisiera. Desde hace más de 20 años he tenido que acudir al Hospital de La Línea donde hemos sido intervenidos quirúrgicamente varios miembros de mi familia. En la mayoría de las ocasiones nos ha atendido una persona a la cual, vista su labor, no dudo en calificar como extraordinario cirujano y mejor persona. Se trata del doctor don Manuel Pardo Martínez al cual mi esposa, mi hija y yo mismo, además de innumerables parientes y conocidos del Campo de Gibraltar, debemos algo más que el mayor de los agradecimientos.

Hace pocas semanas, mi vida dependía de su profesionalidad y buen hacer. Hoy, tras pasar por su quirófano, puedo escribir esta carta en la que, lleno de estupor e indignación, quiero hacer pública mi protesta porque el plan que citaba al principio jubila forzosamente a este magnífico profesional (y a otros 948 profesionales del SAS) a la temprana edad de 65, edad que, para este tipo de profesionales, suele representar un momento óptimo en su carrera. ¿Puede el SAS permitirse el lujo de prescindir de auténticas eminencias en el campo de la medicina en un momento en el que están en plenitud de sus condiciones físicas y mentales?, ¿el saber y la inteligencia cristalizados por estas personas no tienen valor para nuestros políticos?, ¿es que acaso ya se han acabado las listas de espera?

El propio plan, consciente su redactor de la debacle que puede organizarse, aconseja "reclutar y retener a jóvenes trabajadores, incorporándolos cuanto antes a la organización para minimizar el efecto que tendrá el abandono masivo de profesionales al cumplir la edad de jubilación". ¿No sería posible que, atendiendo a la posibilidad que otorga el artículo 26 del Estatuto Marco del personal sanitario, se prorrogase a estos profesionales su permanencia en sus puestos de trabajo hasta cumplir los 70 años y aprovechar este periodo de tiempo para formar a su lado e integrar en los correspondientes equipos a los nuevos profesionales? La sensatez apunta en esta dirección pero, algunas veces, parece que pedir sensatez a los políticos es mucho pedir.