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Reportaje:

Batido el récord imbatible

Peyton Manning, de los Colts, supera al legendario Dan Marinoal lograr 49 pases decisivos en un único curso del fútbol americano

A falta de tres minutos para el final del partido entre los Colts y los Chargers de San Diego, el equipo de Indianápolis se encontró en una situación complicadísima. Era su última posesión del balón y tenía cuatro yardas (3,60 metros) por delante o, lo que es lo mismo, si no las avanzaba, cambiaría de manos y se terminaría con la victoria de los Chargers por 31-23. El entrenador de los Colts, Tony Dungy, recurrió entonces al grupo especial para despejarlo. Pero Peyton Manning, su quarterback (organizador), lo mandó de vuelta a la banda con gestos de desaprobación y se arriesgó con su pase, un misil, al receptor Reggi Wayne. Cuatro pases después, y con menos de un minuto para la conclusión, empataba el encuentro, ganado finalmente por los de Indiana por 34-31, y pasaba a la historia del fútbol americano.

Los 'quarterbacks' rivales se fijan en cada uno de sus gestos y movimientos

Con sus dos pases de ensayo, decisivos, 49 en total, a una jornada del término de la primera fase de la temporada de la NFL, Manning superó el récord de Dan Marino, intocable desde 1984. Se dijo que la marca de 48 de la figura de los Dolphins de Miami nunca se batiría. Lo que no sabían los expertos era que Peyton se preparó toda su vida precisamente para hacerlo.

El padre de Peyton, Archie Manning, fue el excelente quarterback de los mediocres Saints de Nueva Orleans de los años 70, cuyos seguidores hicieron famosa la práctica de ponerse bolsas de papel en la cabeza como protesta por las lamentables actuaciones del conjunto. Tras su retirada, Archie intento evitar como pudo que sus hijos sufrieran las dolores físicos y los abusos mediáticos que persiguen a los quarterbacks durante su carrera y buscó una pequeña escuela privada con escasa historia en su deporte y en la que sus pequeños, Cooper, Peyton y Eli, se dedicaran a los libros y evitaran una vida como la suya, con más decepciones que alegrías. No podía imaginar que Peyton y Eli se convertirían en estrellas y harían de los Manning una saga de quarterbacks sin precedentes.

A pesar de su padre, en efecto, Eli y Peyton, que, de niños, volvían loca a su vecina, la escritora Ann Rice, crecieron como proezas de fútbol americano de Nueva Orleans, donde este deporte es el rey y los demás son juegos insignificantes. Peyton, el más obsesivo y detallista de la familia, sintió demasiado respeto por la universidad de Ole Mississippi, en la que su padre es lo más parecido a un dios y el limite de velocidad son 18 millas por hora, el mismo número que llevó Archie en su etapa estudiantil, y se fue a estudiar a la de Tennessee, cuyo estadio, en la pequeña ciudad de Knoxville, alberga a 107.000 espectadores. Tras batir todos los records universitarios, fue elegido el numero uno en el draft de 1998 por los Colts. Ahora, seis años después, ha llegado a la cima de su trayectoria deportiva.

De la mano de una baraja envidiable de receptores, con Marvin Harrison a la cabeza, y volcado en el estudio de las defensas rivales, Manning ha conseguido llegar a ser el único quarterback que ordena las jugadas de su equipo con independencia de las decisiones de su propio entrenador. El respeto que se tiene en la Liga a Peyton es tal que homólogos suyos de otros cuadros viajan a Indianápolis para verle en directo y fijarse en cada uno de sus gestos y movimientos.

En un deporte y en una posición, la de quarterback, en la que no existe la perfección, la temporada de Manning y sus 49 pases para otros tantos ensayos será recordada como lo más cercano a ella. Y, para él, es ahora o nunca demostrar que no sólo es capaz de batir records, sino que puede conducir a su equipo al mayor éxito en el deporte norteamericano, la conquista de la Superbowl, la gran final entre los campeones de cada conferencia.

Peyton Manning se dispone a lanzar uno de sus certeros pases.
Peyton Manning se dispone a lanzar uno de sus certeros pases.REUTERS

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