El compás del Camp Nou y otros ingenios

Cuando aún no existía el ordenador, a mediados de la década de 1950, el arquitecto Francesc Mitjans se encontró con un problema a la hora de diseñar las gradas del Camp Nou. Ninguno de los compases que había en el mercado le servían para dibujar las gradas en planta. Tenían que "rigidizar la vara" para poder dibujar en toda su profundidad la gradería a la escala que se precisaba. A falta de otro medio, el equipo de arquitectos utilizó un compás de varas de la época al que se clavó un pequeño tablón de madera que sirvió para sujetarlo y realizar así el giro deseado. El instrumento lo guardó el entonces aparejador Manuel Baquero -que también conserva el primer balón que se utilizó en el campo en un partido entre el equipo de los arquitectos y de la constructura allá por 1956- y ahora es uno de los objetos que se exhibe en la exposición Eines inèdites. 25 anys de la Cooperativa Jordi Capell de la que el hoy arquitecto Manuel Baquero es el comisario y que puede verse hasta el 7 de enero en la sede del Colegio de Arquitectos en Barcelona (plaza Nova, 5).

Como este compás hay otros ingenios igualmente curiosos que han realizado o sugerido conocidos arquitectos cuando el comisario les pidió cuál era el instrumento inexistente que les hubiera gustado encontrar en la tienda de la cooperativa. Son pequeños guiños que van desde la imposible mano que dibuja sola que propone Miquel Batalla o el lápiz con un chip que avisa de dónde está cuando se pierde de Manuel de Solà-Morales hasta el más práctico tubo de antiarrugas de Beth Galí o la regla graduada para zurdos de Carles Buxadé.

Además de estos ingenios, a los 18 arquitectos seleccionados se les pidió también una lista de los libros que más les influyeron siendo estudiantes y después cuando ya empezaron a ejercer la profesión. Las propuestas de los arquitectos son pequeños apuntes que se presentan en unas rústicas cajas de madera adosadas a las columnas de la sala de exposiciones del colegio. El montaje, a cargo del despacho Bopbaa tiene como principal elemento expositivo una gran fotografia cenital realizada con ojo de pez que reproduce en el suelo de la sala una vista de la tienda de la cooperativa, situada precisamente justo debajo. La exposición incluye también el filme Ringorrangos, de Yuri Alemany, que muestra las manos de diferentes arquitectos dibujando en variadas técnicas y estilos.

Y es que el dibujo estuvo siempre en la base de la arquitectura y los utensilios que facilitaban su realización fueron también las estrellas durante años -ahora lo son los ordenadores- de la cooperativa Jordi Capell, creada en 1978 para ofrecer a los profesionales de la arquitectura y el diseño los libros y utensilios básicos para el ejercicio de su trabajo a un precio asequible. La idea inicial la tuvo el arquitecto Jordi Capell (Mataró, 1925-1970), que durante años insistió en la necesidad de crear esta cooperativa a la que, tras su prematura muerte a los 45 años, se la bautizó con su nombre. La cooperativa cuenta hoy con 14.000 socios, nueve puntos de venta en Cataluña, un catálogo de más de 30.000 objetos y unos ingresos en 2003 de 15 millones de euros.