"Siento profunda tristeza por haber asistido a un acto sin precedentes"

"En primer lugar quiero hacer constar mi profunda indignación, como miembro de la Acadèmia Valenciana de la Llengua y, especialmente, como secretaria de la institución, por la irrupción en el pleno de un miembro del Gobierno valenciano con la orden expresa de prohibir que los académicos trataran un punto que figuraba en el orden del día". Es el primer párrafo de unas declaraciones a este periódico realizadas por la secretaria de la Acadèmia, Marisol González, al calor de la "indignación" que le causó la actuación del presidente de la Generalitat, Francisco Camps, de enviar al consejero de Cultura, Alejandro Font de Mora, para abortar el pleno.

Tras señalar que como secretaria no fue informada, González sospecha que la presencia del consejero, así como la manera en que se produjeron los hechos, "no era desconocida por todos los académicos", lo que la "indigna aún más". La académica, elegida en el cupo de consenso entre PP y PSPV, prosigue: "La sensación que tengo después del pleno es de profunda tristeza por haber asistido a un acto sin precedentes en ninguna academia del mundo. ¿Se imaginan a la ministra de Cultura irrumpiendo en una pleno de la Real Academia Española por mandamiento del presidente del Gobierno con el objeto de coaccionar a esa institución para que no tratara un determinado tema?".

"Considero inaceptable, vergonzoso, repugnante y denunciable que la noche del 21 un miembro del Gobierno valenciano se dedicara a presionar telefónicamente a algunos miembros de la Acadèmia con la amenaza de que si se aprobaba el dictamen, hoy mismo [por ayer] iniciaría los trámtites para cambiar la ley de creación de la Acadèmia para aumentar el número de académicos a 30, y nombrar partidarios del secesionismo lingüístico para cubrir esas vacantes, garantizando así el control de la institución". La secretaria recuerda que ya el anterior Gobierno, presidido por Eduardo Zaplana, utilizó la estrategia de "presión, prisas y sorpresa" para decidir la composición del ente.

"La injerencia de los políticos, en especial, del Gobierno valenciano, en las decisiones y en las no decisiones del ente ha sido constante", apunta la académica. Tras el polémico pleno, se muestra muy pesimista: "No es posible integrar los posicionamientos de los que defienden la unidad de la lengua y quieren decirlo y de los que, aunque reconocen en privado esa unidad, no quieren que se diga".

Por tanto, Marisol González afirma que no quiere "pertenecer" a una Acadèmia a la que niegan "la independencia y objetividad que la ley de creación proclama", y que no respeta las reglas básicas de la democracia. La secretaria pertenece al grupo de 13 académicos (de un total de 20) que apoyaba el dictamen prohibido. Este grupo quiere tratar de nuevo el dictamen en sesión plenaria porque considera irregular la actuación de la presidenta, Ascensión Figueres. Un propósito que mantiene de momento unidos a muchos de ellos en su decisión de seguir en la institución. "Después de este golpe de mano es difícil reconducirlo todo, si bien no hay nada imposible. Tal vez deberíamos ser capaces de asumir el fracaso, la inviabilidad de la institución", concluye.