Torres es la única diferencia
A un Atlético con poco juego le basta una genialidad de El Niño para derrotar al mediocre Depor
Fútbol laborioso para una noche destemplada en el Manzanares, donde la gente se ha olvidado de las exquisiteces. La hinchada sólo espera las ocurrencias de Fernando Torres, que juega otra Liga. Detrás tiene un equipo admirable por su ardoroso despliegue, aplaudido en el segundo tiempo. Todos corren y todos combaten. Nada se le puede reprochar al Atlético en este capítulo, pero juego no tiene. Depende casi exclusivamente de Torres, autor de la jugada del tanto de la victoria. Fue una acción que marca la diferencia entre el delantero y el resto del equipo. Lo que es natural para Torres -el desborde, la solución creativa, la amenaza que produce en los defensas- a los demás les resulta imposible. Así es el Atlético en estos días, un equipo que se parece a cualquier otro, a uno de los muchos que no están dando especial brillo a este campeonato. Claro que siempre le queda Fernando Torres, y esa bala le ayuda a maquillar sus numerosas carencias.
ATLÉTICO 1 - DEPORTIVO 0
Atlético: Leo Franco; Velasco (Aguilera, m. 66), Perea, Pablo, Sergi; Ibagaza (Jorge, m. 87), Luccin, Sosa, Antonio López; Fernando Torres y Salva (Paunovic, m. 73).
Deportivo: Molina; Scaloni, César, Andrade, Romero; Mauro Silva, Sergio (Fran, m. 74); Víctor (Munitis, m. 57), Valerón, Luque; y Pandiani (Tristán, m. 58).
Goles: 1-0. M. 25. Asistencia de Fernando Torres a Antonio López, completamente sólo en el área, que bate de fuerte disparo a Molina.
Árbitro: Moreno Delgado. Amonestó a Sergio, César, Paunovic.
40.000 espectadores en el estadio Vicente Calderón.
El Depor ha ingresado en la mediocridad. Ni rastro del equipo que ha protagonizado momentos maravillosos en los últimos diez años. De vez en cuando, deja un detalle por aquí y por allá. Un amago de cosita de Valerón, una carrera de Luque, una arrancada de Sergio, recuerdos muy lejanos del equipo que fue. Al Depor le falta convicción y comienza a pagar una dolorosa factura: el final de Mauro Silva, el imponente medio centro que ha terminado por rendirse a las leyes de la naturaleza. Le pesa la edad. Parecía eterno en el medio campo del Depor, donde ha dictado cátedra en el capítulo defensivo. Su contribución ha sido impagable. Posiblemente el fútbol español no ha conocido un especialista defensivo más eficaz, un ejemplo en todos los sentidos, un carismático silencioso que ha representado como ninguno la época gloriosa en el Depor. En el declive de Mauro Silva y en la ausencia de Fran, los dos en la temporada de su despedida, se aprecian todos los preocupantes signos del Depor, desafinado en el campo, con poco ánimo, con distracciones insospechadas en el equipo que se distinguía por su atención a los detalles. Al fondo, la institución también ofrece graves señales de erosión. El pronóstico no es nada optimista.
Toda la pugna del partido apenas permitió un gramo del fútbol. La jugada del gol, quizá. No ocurrió nada ni antes ni después, pero la elegante acción de Torres sirvió para establecer diferencias en todos los apartados. Primero porque fue gol. Segundo porque marca la importancia de los buenos jugadores. La táctica, el compromiso general, la capacidad competitiva: todo eso es fundamental. Pero son los buenos, los grandes jugadores, los que están en condiciones de elevar las prestaciones de un equipo. Sin Torres, el Atlético sufre desesperadamente para jugar, para alcanzar el área, para imponerse a sus rivales. En la jugada de la victoria, Torres se escapó y aprovechó la rigidez de César para multiplicar el peligro de la arrancada. Acudieron como locos todos los defensas del Depor, alarmados por el efecto Torres. Y se olvidaron de Antonio López, solo en el lado opuesto del área. Recibió la pelota y la pasó a la red.
El Depor reaccionó poco y mal. A Valerón le dio un ataque de pereza. Víctor fracasó en la banda derecha. Luque dio alguna noticia de su velocidad, pero nada más. Pandiani fue una calamidad. Y como es un equipo sin convicción, le faltó el espíritu aguerrido del Atlético, que sólo por intensidad dominó el segundo tiempo. El Atlético se sintió optimista y comenzó a jugar en el campo del rival, principalmente porque recuperaba el balón con facilidad. Luego todo dependía de si encontraba a Torres o no. Si le encontraban, las jugadas adquirían una electricidad diferente. Si no, se regresaba al trabajoso estilo del primer tiempo. Mientras tanto, se daba por hecho que Ibagaza era una solución muy provisional a los problemas del equipo en la banda derecha. Será el sitio de Gronjkaer, el poderoso extremo danés. A Ibagaza le pudo su querencia natural a buscar las posiciones interiores. Ofreció un par de detalles, pero no se le ve feliz. Está destinado a la suplencia.
La oposición del Depor fue sorprendente. Por mínima. Sólo encontró alguna ayuda -Valerón perdió una oportunidad clamorosa en el último segundo del partido- en la corta ventaja del Atlético, empeñado en complicarse un partido que debió ganar con más solvencia. Ahí radica su problema. En un buen partido para lo que son sus márgenes habituales, no logró marcar claramente las diferencias. Es lo que pasa cuando se depende casi exclusivamente de un jugador. De Fernando Torres.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.