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Reportaje:

Vandellòs I, punto y aparte

El CSN descataloga la central nuclear y abre un periodo de 25 años de latencia

El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) cerró el pasado jueves el mayor problema al que ha tenido que hacer frente. La central nuclear de Vandellòs I, que en 1989 sufrió el único accidente de una planta atómica que en Europa ha representado su cierre, ya no es una central nuclear. Administrativamente, el último pleno del CSN aprobó el fin del desmantelamiento de la instalación, que ahora inicia un periodo de latencia de 25 años en el que la radiactividad del reactor, cubierto por un grueso caparazón de hormigón, quedará reducida al 5% de los niveles actuales. Un punto y aparte en el peor de los capítulos de la industria energética española. O un largo paréntesis, si se prefiere.

"En principio está previsto desmantelarlo todo", dice un directivo

El director del desmantelamiento, José Ramón Armada, explica que su compañía, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), ha encargado a la firma francesa EDF un estudio para determinar qué hacer con el reactor dentro de cinco lustros. "En principio está previsto desmantelarlo del todo", dice Armada, aunque añade: "Eso mejor me lo responde usted, que yo ya no lo veré".

Tras la decisión del CSN, que viene a refrendar que Enresa ha cumplido bien su trabajo en Vandellòs I, la instalación se ha convertido en la primera central nuclear en latencia del país. Ahora, la vista del lugar poco tiene que ver con aquella central nuclear, la pionera de las catalanas, y el observador apenas distingue desde lejos un bloque de cemento pintado de verde y azul expresamente para intentar confundir a los ojos mal entrenados, en cuyo interior duerme el núcleo.

Un equipo de 10 personas se encargará de vigilarlo, unas horas al día, y cada cinco años está previsto llevar a cabo una prueba en el interior del reactor para comprobar su estado. "Ahora sólo instruimos a los empleados para casos de emergencia como un incendio", dice Armada, quien insiste en que Vandellòs I no alberga ya peligro radiactivo alguno. De hecho, la única razón por la que habría que desalojar la instalación sería un hipotético accidente de la vecina central de Vandellòs II, a escasos metros de la desmantelada.

Después del pronunciamiento del CSN, el Ministerio de Industria debe ratificar ahora la baja de Vandellòs I del catálogo de centrales nucleares algo que, según Enresa, es inminente. Atrás queda un largo camino, desde aquel 19 de octubre de 1989, el jueves negro de la industria nuclear estatal. En el accidente no hubo fuga radiactiva al exterior y quedó catalogado como incidente de grado 3 en una escala en la que el nivel máximo es 7 y lo ocupa el accidente de la central soviética de Chernobil.

La experiencia acumulada tras el desmantelamiento no caerá en saco roto. Junto al reactor adormecido, Enresa ha ubicado un centro tecnológico, inaugurado hace un año, que pretende ser una fuente de investigación de instalaciones radiactivas en latencia y para estudiar futuros desmantelamientos de centrales estatales.

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