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Maurice Béjart celebra en Lausana sus 50 años de creación en la danza

Ruth Miró y Víctor Jiménez interpretaron su 'Sinfonía para un hombre solo'

En 1954, un joven Maurice Béjart descubre las músicas concretas de Pierre Henry y Pierre Schaeffer y encuentra en ellas la vía que buscaba hacia un nuevo lenguaje en la danza. Una noche de 1955, en el Théâtre de l'Étoile de París ve la luz la Sinfonía para un hombre solo, obra que el maestro marsellés considera su primera coreografía, que iba a marcar de forma indeleble la historia de la danza y de la música. Cincuenta años más tarde, en una velada inaugural cargada de emoción, Béjart y Henry recibieron el miércoles las ovaciones de un público entregado en la sala Métropole de Lausana, ciudad sede del Ballet Béjart.

Interpretada por los españoles Ruth Miró y Víctor Jiménez, antiguo miembro de la compañía de Víctor Ullate, la obra fue la cumbre de una noche que inauguró una maratón de danza que culminará el 23 de diciembre. A lo largo de estas jornadas se podrán descubrir obras que van desde las primeras coreografías para su Ballet de l'Etoile pasando por las piezas creadas para el inolvidable Ballet del Siglo XX de Bruselas hasta llegar a su equipo suizo actual.

Los dos primeros espectáculos se consagraron a las coreografías sobre músicas concretas de Pierre Henry: Variaciones para una puerta y un suspiro, Webern Opus 5, Le voyage, Batterie fugace, Tokyo 2002, y la Sinfonía para un hombre solo. Desde hoy hasta el lunes 20, las veladas Maurice Béjart incluyen Le casino des esprits, Wien, Wien y el estreno de El arte de ser abuelo obra que, a pesar de haber visto la luz en la Scala de Milán en septiembre pasado, comienza su andadura oficial en Lausana estos días. Mañana y pasado se presentan los espectáculos de la escuela atelier Rudra Béjart, y los días 22 y 23 son las noches dedicadas a celebrar a Gil Roman.

Desde 1993, Gil Roman es el director adjunto de la compañía y en esta ocasión se aprovecha para festejar sus 25 años al lado de Maurice Béjart con una pieza especialmente creada para el evento. Se trata de Seis personajes en busca de un bailarín, en la cual Béjart repasa seis de los personajes emblemáticos de la carrera del bailarín: Hamlet, Fausto, Brel, Chaplin, Golestan y Manteau. A lo largo de una serie de solos y dúos el coreógrafo celebra, no sólo a una gran estrella de la danza, sino también a su compañía en pleno, en palabras de Jean Claude Sborgni, jefe de prensa del ballet.

Público cómplice

Un Gil Roman distendido y sereno recibió los aplausos de un público cómplice y conocedor tras el estreno de Tokyo 2002. La compañía, jugando en terreno propio, se veía sumamente confortable en su sala del Métropole.

Queda para el recuerdo la imagen de Pierre Henry y Maurice Béjart, genios otoñales que han marcado la historia del arte del siglo XX, abrazados en escena, recibiendo el calor de su público y su compañía.

Una escena de <i>El arte de ser abuelo.</i>
Una escena de El arte de ser abuelo.FRANÇOIS PAOLINI
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