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Reportaje:

Profesionales de la raqueta

El Leka Enea de Irún es el primer club vasco de tenis de mesa que llega a la máxima categoría nacional

Relegado a un papel de deporte de fin de semana o de parque de ciudad. Casi olvidado por los patrocinadores y totalmente abandonado por el público. El hermano pequeño del tenis nunca podría atraer a 30.000 personas para la final de la Copa Davis, como su homónimo, pero mantiene unas estructuras arraigadas y una buena afición en el País Vasco.

El club Leka Enea es pionero y, al mismo tiempo, el más profesionalizado de todos cuantos existen en Euskadi. Este año el club irunés ha sido el primer equipo vasco en llegar a la Superdivisión, la máxima categoría de esta modalidad deportiva, y lucha por encumbrarse entre los equipos más poderosos de España, afincados en Andalucía y Murcia. "Antes éramos un equipo de pueblo y ahora nos hemos convertido en un equipo profesional al cien por cien que lucha por mantenerse entre los mejores, aunque resulte complicado", explica Jesús Gómez, gerente del club. Por sus manos pasa el presupuesto de casi 200.000 euros -"una barbaridad", incide- que sostiene al equipo y del que todavía quedan unos 60.000 euros por cubrir.

El chino Wu Yichuan y el húngaro Zoltan Batorfi cambian la fisionomía del equipo

Pese a que se trata de un club de cantera, el Leka Enea cuenta con tres profesionales en sus filas, entre ellos un chino y un húngaro. Una pequeña ONU que se completa con un chaval de la cantera que lleva quince años defendiendo los mismos colores. "La Federación obliga a jugar con un jugador nacional y nosotros tenemos a Iker Martínez, un producto de la cantera. Si fuesen todos los jugadores foráneos, el proyecto no resultaría interesante. Lo bonito es ver cómo suben de la regional y se convierten en grandes deportistas", asegura Gómez.

El club, además de con los problemas por los que pasa cualquier equipo de deportes minoritarios, tiene el hándicap de su escaso reconocimiento social: "Es muy difícil cambiar el punto de vista de muchas personas, que conocen el tenis de mesa de la bolera o lo ven como un juego de playa y verano", comenta el gerente.

La llegada de Wu Yichuan y Zoltan Batorfi, dos estrellas internacionales contrastadas, ha cambiado la fisonomía del equipo. Ésta es la segunda temporada del chino en el club y se ha integrado perfectamente. "Cogió el castellano a la primera", asegura su compañero Iker Martínez, quien compagina su afición por el tenis de mesa con su trabajo en una empresa de transportes. "Necesitaban un jugador bueno y un amigo me presentó a los dirigentes. Hablamos y firmé el contrato sin pensármelo", comenta Wu en un castellano deconstruido. "Este año jugamos la Liga de Campeones o la UEFA, seguro", bromea utilizando términos futbolísticos.

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En su país natal, el tenis de mesa está considerado casi una religión y él era uno de los sumos sacerdotes. Participó en campeonatos internacionales con la selección B de China, todo un honor en el país asiático. "A la selección A van sólo seis jugadores y él era el mejor de la B, el que siempre estaba ahí entre los mejores. Por eso le fichamos", explica Gómez. En la actualidad, Wu vive seis meses en Irún, donde entrena "mañana y tarde", como él se encarga de recalcar, y vuelve a China para participar en la liga de su país, donde también milita en un equipo.

"Yo he mejorado mi juego, pero el nivel del chino es inalcanzable para mí", reconoce con humildad Iker Martínez. Además de por su calidad con la raqueta, el motivo para que este irunés de 26 años se decantase por practicar el tenis de mesa se debe a un atractivo particular: los viajes. Con el tenis de mesa se viaja más. "En la ikastola jugaba al fútbol y al ping-pong, pero me di cuenta de que en este deporte había muchos más desplazamientos", asegura. Para el irunés, lo mejor que le ha traído el tenis de mesa son los amigos: "Sé que ya soy demasiado mayor y que no puedo vivir del deporte, por eso me quedo con los cientos de amigos que he hecho por toda España, porque pese a la rivalidad lógica, hay muy buen ambiente en, asegura.

Sin embargo, la estructura deportiva del Leka Enea no acaba con su equipo profesional. Detrás existe una amplia y buena organización que da cabida a 30 jugadores federados y otros 120 en edad escolar. Sin embargo, fuera de Guipúzcoa, la situación es completamente distinta. "Aquí existe el Etxabi o el Atlético San Sebastián. En Álava se empiezan a mover algunos clubes... Pero en Vizcaya, y especialmente en Bilbao, existe un hueco difícil de llenar", concluye Gómez.

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