Gimnasia china para el 'crack'
La preparación física de Rafael Nadal está enfocada sobre todo a la prevención de lesiones
Bienvenidos al tenis del siglo XXI, el tenis de la fuerza, de la velocidad. El tenis de las lesiones. A Nastase, a Santana, a Vilas, a los monstruos del siglo pasado, nadie les preguntó nunca por la velocidad de su saque, por el diámetro de sus brazos, por la flexibilidad de sus gemelos. Tampoco ellos se preocuparon, seguramente. Eran los tiempos idealizados en los que todo era cuestión de toque, muñeca, golpes cortados y clase.
Hace unas semanas, la mayor preocupación de Rafael Nadal era que no alcanzaba a sacar a 200 kilómetros por hora, con lo que se veía fuera del club más exclusivo del tenis mundial. No paró de trabajar hasta que lo consiguió, lo que no está nada mal teniendo en cuenta que, pese a jugar con la izquierda, es diestro. Lo cual, más que demostrar que tiene una gran fuerza bruta, muestra su gran trabajo de coordinación.
No hace pesas; se ha convertido en un maestro del 'do-in', que fomenta la movilidad articular
"Ahora, a los 18 años, está en pleno cambio hormonal. Es un momento muy delicado"
Cuando los curiosos le preguntan a Joan Forcades por Nadal todos quieren saber lo mismo. Quieren hablar de pesas, de fuerza, de horas de gimnasio, de ayudas ergogénicas, de tríceps descomunales y cuádriceps como acero.
Y a todos Joan Forcades les responde que no, que no hay fórmulas mágicas, que el trabajo físico que ha contribuido a hacer de Nadal el tenista del futuro más tiene que ver con otras palabras, con filosofía, con paciencia, con propiocepción, con do-in, con sit-ball, con poleas cónicas, con mancuernas vibratorias, con hidroterapia, con horas de stretching, con educación, con disciplina, autoexigencia, capacidad de trabajo..., que con pesas sudorosas, que con sesiones exorbitadas de musculación. Y a los escépticos que le responden "¡ja!" Forcades les remacha: "Que no, que Rafa no está tan musculado como parece. Lo que pasa es que las camisetas de Nike, ésas que llevan Nadal y Carlos Moyà, ésas sin mangas, engañan, hacen músculo, convierten los brazos de los tenistas en especímenes de exhibición, de body builders, casi, o de estibadores portuarios. "El tenis, en efecto, tiene mucho que ver con la potencia, que es la fuerza relacionada con la velocidad. Pero nosotros, además, no hablamos de fuerza absoluta, sino de fuerza relativa, aquélla que no se consigue a expensas de peso corporal", dice Forcades; "fuerza que no ponga en riesgo otras necesidades del tenis, como la velocidad, la coordinación, la resistencia".
Forcades, profesor de educación física en un instituto mallorquín, fue el preparador físico personal de Carlos Moyà, el líder del equipo español de la Copa Davis, hasta que éste, cumplidos los 17 años, se fue a trabajar al Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat. Forcades es también el preparador físico de Nadal, el tenista de Manacor, de 18 años, cuya victoria sobre Andy Roddick abrió el camino al triunfo español sobre Estados Unidos en la final sevillana de la Copa Davis. Es el hombre que junto a Toni Nadal, tío de Rafa y entrenador de tenis, mejor conoce al chaval de Manacor.
"Rafa", dice Forcades, "es un deportista con una gran capacidad de trabajo, de disciplina, con un elevado nivel de autoexigencia, un deseo termendo de mejorar. Y todo eso, esa actitud y esa mentalidad para el trabajo, facilita mucho las cosas".
Diariamente, fuera de la pista, Nadal se pasa una hora haciendo estiramientos, trabajo físico aburrido donde los haya. "Y necesario", dice Forcades; "en estos momentos, la preparación física viene condicionada por el gran número de lesiones que acechan a los tenistas. La competición es cada vez más exigente, el calendario es agobiante, los viajes, los cambios constantes de superficies... Hay que hacer, sobre todo, un trabajo compensatorio que intente minimizar las agresiones al equilibrio muscular. El tenis se basa a la vez en la fuerza explosiva y en la coordinación muscular".
Un ejemplo: todos los tenistas han asimilado una rutina de trabajo para prevenir las patologías de los hombros, la parte más sensible y necesaria de su organismo. En los viajes, en los hoteles, antes de los partidos, los tenistas repiten ejercicios que hagan trabajar los músculos estabilizadores y evitar los desequilibrios. "Hay que trabajar por arriba el deltoides, los pectorales, los dorsales", dice Forcades; "y también hay que trabajar las piernas, los abdominales, los lumbares, necesarios para frenar y acelerar".
Nadal, 1,82 metros, 75 kilos, aún está en fase de formación. "Ahora, a esta edad, a los 18, llegará su gran cambio hormonal. Es un momento muy delicado", dice Forcades; "por eso no nos arriesgamos nada. Somos conservadores".
Nadal no hace pesas, sino que se ha convertido en un maestro del do-in, gimnasia de origen chino, para fomentar la movilidad articular. También domina el llamado sit-ball, la pelota gigante deformable sobre la que se hacen ejercicios de flexibilidad; el balón medicinal para la coordinación intramuscular; la polea cónica para el trabajo muscular excéntrico, las deceleraciones y frenadas; el trabajo de propiocepción, de equilibrio, para saber en todo momento la situación espacial de su cuerpo, de sus extremidades, su conciencia corporal; el stretching para mejorar su extraordinaria flexibilidad...
"Pero, sobre todo", concluye Forcades, "la gran base de Rafael es su educación. La gran suerte que ha tenido es la familia. Tiene una genética muy propicia y tiene a su tío Toni, que más que un instructor de tenis es un educador global".
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