Otro tostón del Valencia
El cuadro de Ranieri gana por la mínima al Numancia en un partido insufrible
Partido insufrible en Mestalla, sin emoción ni ritmo ni un rival que pudiera plantar cara a un Valencia deprimente. Advirtió Claudio Ranieri hace unas semanas que el buen juego llegaría después de los resultados, pero, cuatro victorias consecutivas después, su equipo sigue ofreciendo el mismo fútbol bochornoso, impropio del gran nombre que se ha forjado el club en Europa. Un tostón que el público, cada vez menos en Mestalla, eso sí, decidió encajar con una mezcla de resignación, indiferencia y de bronca, pues de todo hubo. Mestalla despidió a sus jugadores con pañuelos, pero pocos: fue una bronca atemperada, como si la mansedumbre acabara venciendo a la ira.
El propio Ranieri, muy abatido tras el encuentro, admitió que a la hinchada no le quedaba más remedio que "aguantarnos". "Ha sido un partido muy feo. Estoy muy dolido", reconoció. Y eso que al menos ayer hubo una buena noticia para el valencianismo: el que parece el regreso definitivo de Vicente, fuera de forma y aún con molestias en un tobillo, pero dueño de un toque de distinción que el Valencia necesita como el respirar. Sobre todo, para visitar el próximo sábado al líder en el Camp Nou. Junto a Baraja y Marchena, Vicente fue el mejor del Valencia. O el menos flojo.
VALENCIA 1 - NUMANCIA 0
Valencia: Cañizares; Curro Torres, David Navarro, Caneira, Moretti; Fiore (Angulo, m. 85), Marchena, Baraja, Vicente (Xisco, m. 61); Di Vaio (Aimar, m. 72) y Corradi.
Numancia: Juanma; Pignol, Ochoa, Antonio, Molina, Graff; Palacios; Lee Chunsoo (Miguel Pérez, m. 83), Tevenet (Merino, m. 69), Juan Carlos Moreno; y Osorio (Pineda, m. 59).
Gol: 1-0. M. 20. Falta enroscada que saca Fiore, Juanma despeja y, finalmente, Marchena cabecea.
Árbitro: Pino Zamorano. Amonestó a Baraja, Juan Carlos Moreno y Molina.
Unos 25.000 espectadores en el estadio de Mestalla.
Por mucho que se enfadara Máximo Hernández en la conferencia de prensa, exigiendo respeto para el Numancia y afirmando de mala manera que su equipo había merecido ganar, por muy meritorio que sea que el club de menor presupuesto de la Liga se marchara con un solo gol en contra de Mestalla, el Numancia nunca dio sensación de poder aprovechar la crisis local. El conjunto soriano ha perdido todos los encuentros que ha disputado fuera de casa. Y los seguirá perdiendo si sigue con la misma inocencia tanto en el ataque -casi todos sus disparos se fueron a las gradas- como en la defensa -Juanma regaló varios goles: el primero lo anotó Marchena de cabeza tras un rechace del guardameta y el segundo Xisco, aunque éste lo anuló el árbitro sin motivo alguno-.
Nadie como Di Vaio para simbolizar la decepción de Ranieri con sus jugadores. Tras un inicio fulgurante en la Liga, el delantero italiano ha entrado en un pozo sin fondo. Nadie sabe por qué. Ayer dilapidó goles a troche y moche, propios y de sus compañeros, siempre inoportuno para molestar. Su hundimiento en el partido fue progresivo y el empecinamiento de Ranieri en mantenerlo en el campo hasta el minuto 72 jugó en su contra. Si trataba de darle confianza, logró lo contrario. Su última acción fue resbalarse en la enésima ocasión de gol de que dispuso, un resumen de un variadísimo catálogo de errores. Y, si Di Vaio parece hundido anímicamente, su compatriota y compañero en el ataque, Corradi, le saca al menos cierto partido a su espíritu batallador para participar en casi todas los ataques de su equipo. Y disimular como puede sus limitaciones técnicas.
Claro que toda la confianza que trata de infundirle Ranieri a Di Vaio se la quita a Aimar, ayer en el banquillo después de que el técnico lo hubiera sustituido el miércoles ante el Bremen, cuando la eliminatoria estaba más caliente, porque "el árbitro le tenía manía". Justo cuando el argentino le coge el hilo a la competición, Ranieri lo manda al banquillo. Y espera el Barça, a años luz futbolísticos de este Valencia en plena crisis de personalidad.
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