Olvidados de la historia en la jungla
Salieron 12 personas y han vuelto 34: de ellos, 22 niños y jóvenes, el menor de cinco mesesUn grupo de camboyanos ha vivido 25 años escondido en la selva
El tiempo se detuvo para ellos. Y cuando decidieron regresar a la civilización desde la jungla, el mundo ya no era el mismo. La guerra había acabado hacía mucho, Pol Pot había muerto y el Ejército vietnamita ya no ocupaba su país. Hace 25 años, Romam Chhung Loeung, un guerrillero jemer, decidió escapar del horror con su familia y unos amigos y se refugió en la jungla del noreste de Camboya, huyendo de los soldados vietnamitas que habían entrado en su país con objeto de derrocar al sanguinario dictador y a los maoístas jemeres rojos.
Aterrorizados por el avance de los militares, una docena de aldeanos reunieron lo que pudieron (pistolas, machetes, arroz, sal) e iniciaron el éxodo. El mes pasado, un cuarto de siglo después, vestidos con cortezas y hojas de árboles, volvieron a la civilización, ajenos a los cambios que se han producido en su país y en el mundo. Su único nexo con el exterior ha sido la estela de los reactores comerciales que surcaban el cielo por encima de las copas de los árboles. Salieron 12 y han vuelto 34: de ellos, 22 niños y jóvenes, el menor de cinco meses, que nunca han conocido otra cosa que la selva.
Su historia comenzó en 1979. Según han contado, los soldados vietnamitas disparaban entonces sus ametralladoras contra el verdor de la jungla, pensando que los jemeres se escondían en las ramas de los árboles. "Vi a tres personas muertas. ¿Te quedarías tú en un sitio así? En absoluto", ha asegurado a la agencia Reuters Lek Mun, que tenía 15 años cuando huyeron y hoy tiene 39.
Cuando decidieron poner fin a su destierro, y tras caminar varios días, encontraron a la policía de Laos, el país vecino, que los entregó a los atónitos funcionarios del Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas. No sabían que huyeron el mismo año en que las fuerzas vietnamitas depusieron a Pol Pot, durante cuyo régimen totalitario murieron alrededor de 1,5 millones de personas en los campos de la muerte, de hambre, torturadas o ejecutadas. Tampoco sabían que tras ser derrocado, el líder de los jemeres rojos se refugió en las montañas, ni que falleció en 1998. Como tampoco sabían que el Ejército de Vietnam se retiró de Camboya en 1989.
"Cada vez que oíamos disparos o alguien talando un árbol nos movíamos a otro sitio. No puedo recordar cuántas cabañas construimos durante estos años", dijo Romam Chhung Loeung, un antiguo guerrillero, tras regresar a su pueblo, en Camboya, y reunirse con sus familiares en la provincia de Ratanakiri, 400 kilómetros al noreste de Phnom Penh.
Recuerdan que al poco tiempo de escapar, los víveres y las municiones se acabaron. Los fusiles, sin balas, dejaron de ser útiles, y tuvieron que sobrevivir con lo que cazaban mediante trampas y hondas, y con lo que plantaban a partir de las semillas que encontraban en los excrementos de los pájaros. Los machetes y cuchillos les fueron fieles todos estos años. Comieron "todo lo que se podía digerir: hormigas rojas, ratones, serpientes, pájaros y raíces", según Lek Mun. "Lo único que nos importaba era sobrevivir".
Para hacer frente a las enfermedades recurrieron a los remedios tradicionales, a las hierbas y las raíces. Cuando nacía un niño, le protegían del frío y de los mosquitos con las hojas de los árboles. Uno de estos niños, hoy de 20 años, es Mun Kayang. No ha conocido a nadie fuera del grupo hasta el mes pasado. "Te sientes como al pasar de la oscuridad a la luz", dijo este hombre, que ha visto por primera vez un coche o una televisión. En la jungla, el tiempo se detuvo para ellos.
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