Botto & Bruno llevan a Caixafòrum una intervención sobre la periferia

El pasado ha vuelto a Caixafòrum. La periferia, que a principios del siglo XX rodeaba la fábrica textil ahora sede del centro cultural de la Fundación la Caixa, se ha adueñado de su vestíbulo de la mano de la pareja de artistas italianos Gianfranco Botto (Turín, 1963) y Roberta Bruno (Turín, 1965). Hasta el 15 de febrero, su proyecto La ciudad que desaparece transforma el espacio que da acceso a las salas de exposiciones en un entorno suburbial degradado, donde el elegante mobiliario urbano del centro de la ciudad es sustituido por coches abandonados, escombros, basura y edificios en decadencia.

Es la primera vez que Botto & Bruno realizan en España uno de los grandes ambientes que han jalonado su meteórica carrera tras su aparición en la Bienal de Venecia de 2001 con una trasformación de la entrada del espacio expositivo de las Corderie. "Elegimos el vestíbulo de Caixafòrum porque nos gustaba la idea de que la obra se viera al llegar por las escaleras mecánicas, del mismo modo que la ciudad aparece poco a poco al salir del metro", explica Roberta Bruno.

No sólo las paredes, sino también el techo y el suelo (convertido en un terreno baldío con grietas y hierbajos que provocan una sensación de pérdida de equilibrio al visitante), han sido recubiertos con un fotomontaje de fragmentos de cientos de imágenes reales tomadas en las periferias de Busan (Corea), París y Turín. No hay seres humanos, sólo elementos que, como huellas, recuerdan su paso por el lugar: pintadas, pósters de ídolos de la música y vestidos usados.

"Se trata de una reflexión sobre la ciudad contemporánea y su desarrollo, influido por los abusos inmobiliarios y la falta de planificación urbana, a partir de los lugares heridos y desmembrados, pero aún no acabados. Parajes en plena transformación, donde se han acumulado tensiones, pero también sueños y esperanzas y que, precisamente por eso, serán los lugares del renacimiento futuro", añaden los artistas, que realizan manualmente todo el proceso creativo, recortando y pegando fragmentos de imágenes que finalmente amplían e imprimen sobre una película PVC hasta formar un gran fresco fotográfico.

No emplean programas informáticos de manipulación de imagen como Photoshop ni sofisticados equipos digitales. "No porque estemos en contra de la tecnología, sino porque nos interesa ralentizar el proceso creativo y productivo", explican. Por el mismo motivo no suelen disparar con sus cámaras de forma inmediata, sino que prefieren hacerlo tras haber permanecido un tiempo en el lugar y haberse empapado de su esencia. "No queremos acabar como el fotógrafo de la película El odio, de Mathieu Kassovitz, al que echan de los sitios a pedradas", apuntan.

La ciudad que desaparece es el quinto proyecto de Espacios Abiertos, un programa de intervenciones concebidas expresamente para las áreas no expositivas de Caixafòrum. El ciclo ha contado con la participación de Chema Alvargonzález con una instalación luminosa en la fachada, Jeppe Hein con unas esculturas interactivas en el vestíbulo, Javier Peñafiel con una vídeoinstalación en el auditorio y Soledad Sevilla, que intervino en el jardín secreto, oculto entre las escaleras de acceso al centro cultural.