La policía sospecha que el tiroteo de Marbella buscaba matar a un francés que logró escapar
Empeora el estado de la tía del niño que murió tras recibir 10 balazos en el abdomen
Una de las dos personas que escapó del tiroteo que acabó el sábado con la vida de un niño de siete años y un hombre en Marbella (Málaga) es un ciudadano francés de origen argelino, sin antecedentes penales, cuyo guardaespaldas resultó herido de gravedad. La policía, que interrogó ayer al escolta en el hospital Costa del Sol, busca al francés para averiguar si era él el objetivo de los encapuchados o era otro hombre no identificado que también huyó del lugar del crimen, donde se recogieron decenas de casquillos de bala. La tía del niño fallecido, también herida, se encuentra muy grave.
El tiroteo no iba con ellos. Juan Manuel, un niño sevillano de siete años, salió el sábado a dar una vuelta porque se aburría en el hotel de Marbella en el que su familia pasaba el puente de la Constitución. Su madre, su tía, su prima y el abuelo le acompañaron a una galería comercial, anexa al hotel, en la que se puso a jugar. En la calle de Las Malvas, justo a la entrada de la galería, Cosimo Pizzi, un peluquero italiano de 35 años, atendía a sus clientes en el centro de belleza Cosmos.
Eran las 17.30. Tres hombres encapuchados y armados con fusiles de grandes dimensiones -calificados como "armas de guerra" por el subdelegado del Gobierno en Málaga, Hilario López Luna- comenzaron a disparar indiscriminadamente. Un cuarto hombre con pasamontañas les esperaba en un turismo marca Audi en las inmediaciones de la calle de Las Malvas, uno de los laterales del hotel Andalucía Plaza.
Primero salió del coche uno de los encapuchados y se dirigió con paso rápido hacia un BMW estacionado. Su ocupante, Francisco B. J., de 42 años, salió del coche e intentó correr hacia la peluquería.
El agresor comenzó a dispararle. Dos balas en la espalda, otras tantas en un costado y varios impactos en el brazo y la pierna hicieron que se desplomara. Según la versión barajada por la Subdelegación de Gobierno podría tratarse de un guardaespaldas que corrió a avisar a su jefe, un ciudadano francés de origen argelino que estaba dentro de la peluquería. Una vez abatido el escolta salieron del coche dos hombres más, también con armas semiautomáticas, y se dirigieron al establecimiento.
La sucesión de disparos alertó a Cosimo, que salió al soportal de su establecimiento para ver qué sucedía. Varias ráfagas hicieron que cayera en la misma puerta. Un equipo médico del servicio de emergencias 061 trató de reanimarle durante casi una hora sin conseguirlo. "Era un hombre simpático, amable y muy conocido", resumía ayer un camarero de un restaurante cercano. "Tenía una hija pequeña".
Decenas de casquillos
En la puerta del local, pintado con colores violeta y naranja, habían colocado ayer dos ramos de flores. En la cristalera y la fachada de la peluquería se advertían una veintena de impactos de bala. Fuentes municipales situaban en 180 los casquillos encontrados en el lugar, si bien la Subdelegación del Gobierno hablaba sólo de unos 50. Ayer por la tarde todavía se podía encontrar alguno por las inmediaciones.
En medio de la confusión y el tiroteo dos hombres huyeron de la peluquería. Ambos se dirigieron hacia la galería comercial en la que Juan Manuel jugaba. La policía sólo ha identificado a uno, que podría estar herido. "Sabemos que es un súbdito francés de origen argelino que tiene negocios legales en París", puntualizaba ayer el subdelegado del Gobierno en Málaga. El otro hombre que huyó no ha sido identificado, siempre según la versión policial.
Los encapuchados dispararon hacia el lugar donde José Manuel Contreras jugaba. Falleció en el acto por múltiples disparos. El padre del menor contabilizó más de una decena en el abdomen. Las balas también alcanzaron a su tía María Jesús P., de 38 años, que resultó herida grave.
La mujer, que ayer empeoró, se encuentra muy grave y fue trasladada a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Comarcal Costa del Sol. Tenía impactos de bala en la mano derecha, una cadera, muslo y tibia. Una prima del niño se cortó con unos cristales. La niña y el abuelo ingresaron en el mismo hospital por crisis de ansiedad, pero fueron dados de alta el sábado por la noche.
Ayer por la mañana, la policía tomó declaración al guardaespaldas, ingresado en la Unidad de Observación de Urgencias del hospital con pronóstico grave. Sus lesiones más graves están localizadas en el lóbulo inferior derecho del pulmón derecho con contusiones en la zona renal derecha. Por la tarde fue intervenido quirúrgicamente.
Los padres de José Manuel, destrozados y bajo tratamiento psicológico, esperaban ayer que finalizaran los trámites judiciales para llevar el cadáver hasta San José de la Rinconada, localidad sevillana en la que residen.
En los últimos años se han instalado en la Costa del Sol ciudadanos procedentes del antiguo bloque del este bajo dominio soviético, desde simples turistas hasta miembros del extinto servicio secreto KGB y grupos mafiosos, que no dudan en utilizar métodos extremadamente violentos con fines delictivos.
Uno de los últimos tiroteos registrados en el municipio fue protagonizado por ciudadanos de países del Este, que ajustaron cuentas con un compatriota en la cafetería de un centro comercial de San Pedro Alcántara el 18 de octubre pasado, en plena hora punta. Fuentes municipales aseguran que las armas usadas el sábado eran fusiles Kaláshnikov.
La última imagen de mamá
Mercedes, la madre del menor fallecido en el tiroteo, explicó ayer a Efe que el sábado paseaba con su hijo de siete años, su sobrina, una cuñada y su suegro por la galería comercial cercana a la peluquería contra la que dispararon los encapuchados.
La mujer volvió al hotel a por una pastilla para su suegro. Fue la última imagen de ella que tuvo su pequeño. Cuando regresó encontró al niño completamente acribillado. La familia está destrozada por el dolor y sus miembros están recibiendo tratamiento psicológico.
Los vecinos de San José de La Rinconada (Sevilla), localidad en la que reside la familia, se mostraban consternados. En un primer momento no podían creerse que el niño fuese su propio vecino, el que horas antes se había despedido en la calle del Doctor Fleming de la localidad.
"Era un niño cariñoso y saludaba a todo el mundo", decía visiblemente emocionada Dora Moreno, una de las vecinas, que describió a la madre como "una mujer cariñosa y educada, perteneciente, como el padre, a una familia de la localidad".
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