Campeones de fiesta

Que nadie se sorprenda de nada, que ya lo advirtió Carlos Moyà cuando le preguntaron cómo creía que viviría el día después de la conquista de la Copa Davis en el estadio sevillano de La Cartuja: "Con resaca". El equipo español se empezó a preparar para la juerga inmediatamente después de haber concluido un trabajo duro y efectivo.

En realidad, la fiesta comenzó a pie de pista, sobre el mismo polvo de ladrillo en el que se obligó a jugar a los estadounidenses. Todos los componentes del conjunto español se abrazaron y saltaron al unísono entre gritos y besos. Hasta el pequeño Juan Avendaño, hijo de uno de los capitanes y que ayer cumplía un año de edad, se divirtió de lo lindo pasando de brazo en brazo y, seguramente, cuestionándose si realmente merece la pena convertirse en adulto visto lo visto.

El presidente de la Federación Española, Agustí Pujol, se fue con los jugadores hasta el mismo vestuario para seguir paladeando lo conseguido. Hasta allí también fue el Príncipe de Asturias, representante ayer de la Casa Real junto a su esposa, doña Letizia. Don Felipe no pudo ocultar -realmente, nunca ha podido hacerlo- la pasión con la que vive los eventos deportivos y se le pudo ver conteniendo la agitación de sus brazos mientras se desarrollaban frente a él los puntos decisivos del encuentro entre Moyà y Andy Roddick. El heredero de la Corona fue precisamente uno de los primeros en poder felicitar al victorioso conjunto español.

El presidente de la Junta de Andalucía, el socialista Manuel Chaves, aplaudía también con ganas rodeado por algunos de los consejeros de su gabinete y otros representantes de diversas administraciones.

Representar a tu país suele conllevar algunas obligaciones y, aunque seguramente estarían deseando salir de marcha tras una ducha rápida y un golpe de colonia, el primer destino de los jugadores fue un antiguo pabellón de la Expo 92 en cuyo restaurante tuvo lugar la cena oficial.

Para después del acto con los federativos se previó una fiesta en una discoteca cercana. En la noche del sábado ya se había producido otra fiesta discotequera en Sevilla, pero, obvia y afortunadamente, a los tenistas no les llegó invitación alguna.

La citada discoteca, situada en las cercanías del río Guadalquivir, es uno de los sitios favoritos de otros deportistas a la hora de tomarse unas copas y practicar el ligoteo. Estaba previsto que varios futbolistas del Sevilla se pasarían por el citado local a saludar a los tenistas. Uno de los que tenía la fiesta subrayada en su agenda, el capitán, Pablo Alfaro, conoció a Rafael Nadal cuando éste se pasó a visitar a su tío Miguel Ángel, entonces barcelonista, por los vestuarios del Camp Nou. Ayer se encontró con un campeón.