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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ocupaciones espaciales

Coinciden en Madrid dos exposiciones que, sin pretenderlo, se complementan. Muestran la obra de artistas de una misma generación, que exponen por primera vez en Madrid, que utilizan la fotografía y que basan su trabajo en un tema intermitentemente recurrente desde hace treinta años, como es lo arquitectónico. Manel Margalef (Amposta, Tarragona, 1963) utiliza el título Arquitecturas domésticas para calificar unos assemblages e instalaciones realizados con sillones que, con un cierto grado de desnuda objetividad, fotografía en espacios irreferenciales. Se pueden ver sofás y sillas que se maclan para formar otros objetos híbridos que carecen de sentido funcional. Los sillones o sus estructuras, perfectamente reconocibles en su sórdida desnudez, al ser fotografiados dejan de ser asimilables a objetos cotidianos para convertirse en piezas o fichas abstractas que sirven para medir u ocupar el espacio vacío y neutro en el que se muestran. Frente a la distancia que establece la objetividad fotográfica, se aprecia en los muebles la cualidad de un tiempo de uso y desgaste que introduce en el abstracto mecanismo en que se convierten estos elementos espaciales una nota intranquilizadora. Distanciados de la realidad física, el trabajo con los muebles pasa a ser un ejercicio de composición arquitectónica y de ocupación espacial.

MANEL MARGALEF

Galería Almirante

Almirante, 5. Madrid

Hasta el 12 de diciembre

DIONISIO GONZÁLEZ

Galería Max Estrella. Santo Tomé, 6

Madrid. Hasta el 11 de diciembre

Dionisio González (Gijón, 1965) trabaja también sobre la ocupación del espacio, pero en este caso los ocupas son los sin tierra que colonizan con sus favelas los alrededores de São Paulo. González transforma vistas de poblados de barracos, introduciendo en ellas imágenes de supuestas construcciones de arquitectura vanguardista, realizadas en pulcro acero inoxidable y vidrio, que parecen pretender ofrecer una alternativa a la miseria de la autoconstrucción.

El que el arte, en términos kantianos, disfrute de una "finalidad sin fin" o, dicho de otra manera, no necesite justificar una utilidad no presupone que cualquier propuesta por ser inútil deba ser aceptada como arte, muy particularmente si roza la banalidad. Ésta es la principal objeción que se puede hacer al trabajo de González, quien elabora unas imágenes muy bien construidas y con indudable poder de atracción pero que frivolizan sobre un problema social tan vergonzante como irresoluble.

Ambas muestras se sirven de imágenes reales, fielmente capturadas, sobre las que se maclan otros elementos, en el primer caso esto se realiza en el plano de lo real, en el otro como simulación infográfica, generando así una nueva realidad visual que tiene un punctum de extrañeza en el cual radica el interés plástico de la obra de estos dos artistas.

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