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Pujol exige a Duran y a Mas lealtad mutua por el bien de CiU

Duran proclama que nunca pactará con el PP porque en él hay "fascismo y comunismo"

Jordi Pujol dio ayer un tirón de orejas a los máximos dirigentes de Convergència i Unió (CiU), el convergente Artur Mas y el democristiano Josep Antoni Duran Lleida. Les exigió que actúen siempre bajo el principio de la lealtad mutua y aparquen sus ambiciones personales si consideran, como él, que el objetivo común de CiU es recuperar el Gobierno catalán. "Los documentos [que tenía que aprobar la conferencia] son necesarios, pero lo determinante son las actitudes de comprensión entre unos y otros, de lealtad, de empatía y patriotismo", afirmó el ex presidente catalán en el discurso que pronunció en la conferencia nacional que los nacionalistas clausuraron ayer en Tarragona.

El toque de atención de Pujol no fue casual. Minutos antes, desde la misma tribuna, Duran Lleida había proclamado el derecho del partido que lidera, Unió Democràtica (UDC), a aportar a Convergència i Unió "los activos ideológicos y personales" que considere oportunos sin que ello sea interpretado con voluntad rupturista. "Nadie tiene que confundir", apeló Duran, "ni dentro ni fuera, la legítima aspiración [de Unió] de aportar los activos ideológicos y personales con la responsabilidad histórica que implicaría la fractura del proyecto político nacionalista de CiU". Una proclama a la que siguió un alegato a la coexistencia de diversas "sensibilidades" en el seno de la federación nacionalista para que CiU pueda llegar, dijo, "a un espacio más amplio de ciudadanos".

Centralidad política

Duran se esforzó en que sus palabras no provocaran suspicacias entre la militancia convergente y, de este modo, prometió su entera lealtad al proyecto nacionalista de CiU y descartó que, en el futuro, Unió abandone el cálido regazo de la federación nacionalista y promueva con el PP una operación política al estilo de la UPN navarra. Sobre todo porque el PP, afirmó el líder democristiano, "nunca podrá ocupar la centralidad política en Cataluña". "Ya nos preocuparemos nosotros de que este gran valor no nos lo robe", manifestó. Pero fue más contundente al rechazar este hipotético pacto porque, sentenció, en el PP conviven "fascismo y comunismo". "De la misma manera que Gianfranco Fini viene del fascismo y ahora está en un partido democrático, y Massimo d'Alema procede del comunismo, también el PP es un partido democrático que además recoge las dos tradiciones porque dentro hay fascismo y también hay gente del comunismo", dijo.

Duran Lleida recurrió incluso a la historia para ahondar en su explicación, en un guiño a la militancia democristiana con el fin de dejar claro que Unió no es una formación advenediza en política y lleva 73 años de vida. Recordó que durante la Segunda República Española Unió Democràtica rechazó, pese a los insistentes cantos de sirena, incorporarse a la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) de José María Gil Robles. "Nosotros continuaremos unidos y no daremos ni razones ni motivos a nadie para que ocupe nuestro espacio", añadió. De paso, insistió en que la mejor fórmula para cohesionar CiU es la federación, rechazando la posibilidad de una fusión, que tanto se ansía en Convergència.

Las afirmaciones de Duran no fueron palabras lanzadas al viento. Iban dirigidas claramente a la dirección de sus socios convergentes, dominada por un sector soberanista que se desvive por estrechar lazos con los independentistas de Esquerra Republicana y que no acaba de encontrar su norte. "Cataluña necesita a Esquerra Republicana. Pero, sobre todo, lo que necesitan Cataluña y el nacionalismo es una fuerza como CiU que haga de CiU. A fuerza de determinadas ocurrencias o discursos aplaudidos no se defiende Cataluña", declaró.

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El discurso matutino de Duran parece que no agradó al ex presidente de la Generalitat, entre otras razones porque el líder democristiano apeló solemnemente a recuperar el Gobierno catalán, pero no citó en ningún momento -como ya hizo en el acto de clausura del congreso de Unió de octubre- a quien debe ser el principal artífice de esta ambicionada victoria, Artur Mas.

Pujol consumió su media hora de intervención defendiendo la acción de sus gobiernos durante 23 años. Pero al principio y al final lanzó a Duran, disimuladamente, dos pullas que, de rebote, también iban dirigidas a su delfín, Artur Mas. Tras subrayar que lo fundamental para volver a presidir la Generalitat es la lealtad entre los dos partidos y sus dirigentes, añadió: "Si la política sólo es política de cerilla o ambición de poder, no iremos a ninguna parte. Quizá los otros sí, pero nosotros no, porque tenemos que estar al servicio del país ya que, de lo contrario, nuestra política será limitada".

La cohesión que deben mantener los dos partidos de la federación también fue destacada en su discurso de clausura por Artur Mas, quien quiso infundir en la militancia nacionalista moral de victoria para ganar las elecciones de 2007 y recuperar el Gobierno catalán. Mas, ya ungido presidente de la federación, repitió otra vez que esta cohesión permitió a Convergència i Unió ganarlos pasados comicios autonómicos, aunque luego el pacto de izquierdas les arrebató el Gobierno. Para ello utilizó un símil con las selecciones deportivas catalanas y el rechazo que la federación catalana de hockey ha tenido en Fresno. "Algunos ganan elecciones y les echan del Gobierno. Otros ganan campeonatos del mundo y se les echa de la primera división", sentenció.

Una conferencia con final previsible

Un histórico dirigente de Unió Democràtica resumía de esta manera el ambiente que se respiraba en la conferencia nacional de CiU: "En los partidos de fútbol o de baloncesto, la emoción se vive porque nadie sabe el resultado final. Aquí es todo lo contrario; todo el mundo sabe cómo va a acabar". La apatía con la que los militantes nacionalistas han acogido este cónclave tarraconense era patente ayer en el Palacio de Congresos de Tarragona, pues sólo se registraron poco más de la mitad de los casi 800 consejeros nacionales de ambos partidos con derecho a voto. Y los que acudieron votaron como se esperaba, respaldando unánimemente los documentos ideológicos y organizativos y a los 22 miembros de la futura ejecutiva nacional de CiU. Porcentajes todos ellos que rebasaron el 90%.

El debate interno se limitó a preguntas aclaratorias sobre el funcionamiento de la federación, la confección de las listas a las elecciones municipales y el papel de los simpatizantes o asociados. Una discusión que la dirección de CiU quiso reglar obligando a todo aquel que quisiera intervenir a escribir en un papel la pregunta y los argumentos que iba a utilizar.

Pero quizás el mayor desengaño se lo llevó un militante convergente que, al finalizar la conferencia, se lamentaba: "El lema es volver a ganar, volver a gobernar, pero nadie nos ha explicado todavía la estrategia para conseguirlo".

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