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Crónica:FÚTBOL | 12ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

La brillante paradoja de Aimar

El Valencia gana al Málaga en La Rosaleda, su estadio talismán, tras 10 partidos sin vencer

En medio de una gran paradoja, Aimar reencontró su sitio y el Valencia la victoria después de un mes y medio larguísimo sin ganar. La contradicción reside en que Ranieri montó un equipo en Málaga para jugar al patadón, sin transición en el centro del campo, y, sin embargo, Aimar adquirió un protagonismo inesperado. Y enorme. Primero, en el córner que clausuró con un gol una primera parte deplorable del conjunto valenciano. Y después, con el inventario de una serie de contragolpes que permitieron al Valencia jugar un partido comodísimo. Sin olvidar un par de detalles tácticos de Ranieri que resultaron decisivos. Dio su brazo a torcer el técnico italiano y atendió lo que era un clamor entre el valencianismo: que Angulo actuara por la derecha en el centro del campo y el defenestrado Xisco tuviera su oportunidad por la izquierda. Con éxito, en ambos casos.

MÁLAGA 0 - VALENCIA 2

Málaga: Calatayud; Gerardo (Alexis, m. 55), Fernando Sanz, Juanito, Valcarce; Manu (Edgar, m. 77), Juan Rodríguez (Leko, m. 61), Miguel Ángel, Duda; Geijo y Amoroso.

Valencia: Cañizares; Curro Torres, David Navarro, Caneira, Moretti; Angulo (Rufete, m. 55), Marchena, Sissoko, Xisco (Carboni, m. 84); Aimar y Corradi (Mista, m. 69).

Goles: 0-1. M. 45. Corradi remata sobre la línea de gol en saque de esquina de Aimar que Calatayud no despeja.

0-2. M. 50. Contraataque de Aimar, asiste a Angulo y su centro lo remata Xisco.

Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Xisco, Gerardo, Alexis, Leko y Amoroso.

Unos 15.000 espectadores en La Rosaleda.

Sin Wanchope, lesionado, el Málaga disfrutó de un aplastante dominio en la posesión del balón y rozó en ocasiones el 70%, pero no le sirvió de nada. Le faltó juego para salvar la numerosa defensa valencianista. Sólo se aproximó en los lanzamientos de falta, donde la zurda de Duda sí fue una amenaza real para Cañizares. Nada más. Está en crisis el cuadro de Gregorio Manzano y se le nota a la legua.

A punto de finalizar un pésimo primer tiempo, Aimar, un oasis en medio de las pedradas de sus compañeros, consiguió un córner para su equipo, lo que supuso un logro considerable, dadas las circunstancias. El mismo media punta argentino se dispuso a centrar desde la esquina: no estaba para despreciar el contacto con el balón, por mínimo que fuera, habida cuenta de que su entrenador había proscrito la elaboración en el vestuario. Así que a Aimar casi se le reducía el papel a lanzar las faltas y los córners. Y por eso puso especial interés. Centró enroscado hacia adentro de la portería, la pelota botó en el primer palo y Calatayud, ante la extrañeza del bote, se la tragó. Pifió en el despeje con su mano izquierda y, al tratar de rectificar, se topó con el corpachón de Corradi, que hizo de pantalla para evitar el despeje. En falta según los jugadores del Málaga, que reclamaron esa ley por la cual al portero no se le puede ni soplar dentro del área. Sin ella, según los del Valencia, que entienden que el delantero italiano sólo ganó la posición sobre el portero.

El gol, en cualquier caso, tuvo un efecto tan demoledor para los locales como vigorizante para los chicos de Ranieri, que salieron tras el descanso con otro aire. Más confianza, más fútbol. Aimar, otra vez, construyó un magnífico contragolpe. Abrió a la derecha con un toque de clase, Angulo centró al segundo palo y ahí llegaba Xisco para marcar con su pata de palo, la derecha.

¿Cuánto tiempo ha tardado Ranieri en advertir que Xisco era un jugador del que podía sacar mucho juego? Cuatro meses y 12 jornadas de Liga. No es Maradona, evidentemente, pero su marginación tras la lesión de Vicente ha sido uno de los mayores casos de contumacia por parte de un técnico en la historia reciente del Valencia. Hasta ayer le había dado un partido, el de Copa del Rey ante el Lleida. En este lapso de cinco años alejado de la Liga española, Ranieri ha llegado con un doble desconocimiento: el de los futbolistas rivales y, lo que es peor, el de los propios. Caso de Xisco, al que, por la pinta de los entrenamientos, no le tenía ninguna fe. El mallorquín, sin embargo, es un zurdo con profundidad por el extremo izquierdo, además de gol, que proviene de su alma de delantero. Como descubrió ayer Ranieri.

Miguel Ángel y Leko presionan a Sissoko.
Miguel Ángel y Leko presionan a Sissoko.JULIÁN ROJAS

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