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Reportaje:

Teatreros audaces

Dos nuevas salas alternativas se estrenan en la capital, a pesar de las penurias económicas que sufre el sector

No temen a los números rojos ni a la montaña de impresos que tienen que rellenar para conseguir ser "legales". Y derrochan paciencia y fortaleza para afrontar los mil y un problemas burocráticos y económicos que se avecinan. Los responsables de las dos nuevas salas alternativas de teatro que acaban de abrir en la capital tendrán que poner dinero de su bolsillo durante mucho tiempo, pero se sienten compensados con poder enseñar sus espectáculos al público.

La veterana compañía La Pajarita de Papel está detrás de uno de estos flamantes teatros, La Puerta Estrecha, instalado en un edificio centenario de la calle de la Cabeza, en la capital. Hartos de rodar de sala en sala, los seis miembros de esta compañía han coronado 25 años de trashumancia en La Puerta Estrecha. "Estuvimos buscando en un montón de barrios, pero unos locales eran muy caros, otros muy pequeños y otros estaban mal distribuidos para la actividad que pretendemos desempeñar", señala el fundador y director del grupo, Rodolfo Cortizo. Aun así, lejos de rendirse, peinaron medio Madrid hasta encontrar un espacio en los aledaños de Tirso de Molina. "Nos gusta mucho la zona porque hay otras salas cerca, por el barrio de Lavapiés", apunta Cortizo.

Los responsables de ambos escenarios tienen que poner dinero de su bolsillo

La nave pertenece a un viejo edificio cuyas paredes ya estaban empapadas de teatro porque dieron cobijo al Teatro Estudio de Madrid entre 1998 y 2003. Los actores de La Pajarita de Papel no tuvieron más remedio que ejercer de albañiles y pintores para acondicionar el local, dejando espacio para un patio de 50 butacas y una escuela donde formar a futuros artistas. Pero los integrantes de la compañía no sólo han puesto la mano de obra, sino que además se han rascado el bolsillo para pagar el alquiler y mantenimiento de la sala. "Cuando abrimos estábamos fuera de plazo para solicitar alguna subvención", lamenta el director de la compañía.

La primera temporada de La Puerta Estrecha está consagrada al autor Samuel Beckett: Final de partida y Esperando a Godot son los dos espectáculos que el público podrá ver hasta finales de año, de jueves a domingo, a las 21.00. "El precio es de 12 euros, aunque hemos dejado los jueves como día del paga-lo-que-puedas, es decir, de precio reducido", invita Cortizo.

La compañía Tarambana también se ha lanzado a la búsqueda de una sede fija. Y la ha encontrado en la calle de Dolores Armengot, a cinco minutos de la estación de metro de Carabanchel. Compraron hace dos años un local que servía de escuela de danza y comenzaron su transformación hasta conseguir una sala insonorizada, un escenario de 36 metros cuadrados, almacén, cafetería, oficina y camerinos, entre otras necesarias estancias. "Se puede decir que es una sala hecha por artistas y para artistas en beneficio del público en general porque somos siete socios que afrontan una gran letra cada mes con sus propios ahorros", aclara Santiago García-Bonacho, miembro de Tarambana.

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Aparte de la programación para adultos -Star Bien, de la compañía A Cara Teatro, de jueves a domingos- y el calendario infantil, -Mis queridos monstruos, de Tarambana Teatro, los sábados y domingos a las 11.30- los gestores de la sala ofrecen cursos de teatro profesional y de iniciación, música y cuidados del cuerpo y la mente "para introducir aún más la cultura en el barrio de Carabanchel", y acogen a bandas de música para que ofrezcan conciertos los jueves por la noche, a tres euros la entrada.

Estos teatreros audaces son conscientes de que ha comenzado una lucha: por llenar la sala cada noche, por conseguir ayudas económicas de cualquier administración, por convencer a los bancos de que este mes ha sido malo, pero el próximo irá mejor...Con idénticas dificultades que Tarambana y La Pajarita de Papel otros 20 teatros alternativos abrieron sus puertas en la región hace al menos un decenio. Los más consolidados -Cuarta Pared, Pradillo, El Canto de la Cabra, Ático (Getafe), El Curro DT y La Nave de Cambaleo (Aranjuez)- permanecen unidos desde 1997 bajo el manto de la coordinadora madrileña de Salas Alternativas.

Sus comienzos fueron "muy duros", según el secretario del colectivo, Juan Muñoz. "Arrancamos con el objetivo de solucionar problemas tremendos con las licencias y dotar a las salas de ayudas y reconocimiento para poder funcionar", apunta. Esa etapa ya ha quedado superada, aunque la lucha continúa: "Ahora se trata de conseguir estabilidad con ayudas para programar".

Peor lo tienen los teatros alternativos más jóvenes, reunidos en la Asociación de Nuevos Espacios Escénicos de Madrid, Anem: Réplika, Guindalera, Liberarte, TIS, La Nave de los Locos, La Espada de Madera, Karpas, Ítaca y Lagrada. Comparten, sobre todo, apuros en la obtención de licencias. "Hay salas que tienen recurridas multas de hasta 30.000 euros y otras sobre las que pesa una orden de cierre", explica el portavoz de Anem, Antonio Martínez.

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