El antidivo prefiere batir a un Madrid "en forma"
Paciente, sereno y sin perder la ironía y el buen humor. Ni el mayor terremoto futbolístico podría alterar a Frank Rijkaard, el indiscutible conductor del giro copernicano que ha dado el Barça en un año. En el último clásico en casa, era noveno, venía de un 5-1 en Málaga y estaba a diez puntos del Madrid, primero. Ahora es líder y supera en cuatro puntos a su gran rival.
El Camp Nou era una ruina, pero desde que Roberto Carlos y Zidane se llevaron el último clásico (1-2) el estadio no ha visto otra derrota en la Liga. "Sí, es importante", dice el técnico como si no hubiera reparado en ello. Enemigo de los grandes titulares, Rijkaard ni siquiera admite que habría firmado afrontar el clásico así: "Es mejor prepararlo con ventaja. Estamos en un buen momento".
El Madrid resucitó justo el día en que el Barça cayó por primera vez en la Liga (2-1 ante el Betis) y una ola de fastidio recorrió el Camp Nou. Rijkaard, relajado, ni se ha inmutado ante el presagio. "¿Mala suerte para nosotros que el Madrid esté bien? ¿Y por qué?", se pregunta acompañado de su inseparable refresco y su paquete de tabaco. "Así podremos cumplir ante un gran equipo con mucho talento. Es un desafío. Tengo más interés en ganar a un Madrid en forma. Le pasaría a cualquier deportista", alega. "Ellos dicen que pueden ponerse a un punto y es la realidad. Hay que oír a la parte contraria. Y nosotros buscamos agrandar el hueco y situarnos a siete".
Su absoluta confianza reside en el fútbol trenzado de su equipo porque dice que ha actuado bien incluso cuando ha perdido: ante el Betis, el Milan (1-0) en la Champions y el Gramenet (1-0) en la Copa. "Con buen juego y talento, los resultados llegan", insiste. Cuenta para ello con un vestuario entregado y ansias de títulos y con la motivación de Eto'o, la lucidez de Ronaldinho -"es único: hace muy feliz a la gente"- y un extraordinario Xavi: "No me sorprende. Tiene mucho talento. Es clave y ojalá lo vuelva a ser".
Rijkaard no se deja deslumbrar por las flores que le tiran desde Italia y Holanda, cuyo técnico, Marco van Basten, dice que su espejo es el Barça. "Me alegro: es un reclamo y publicidad para el club. Sólo pienso en la constancia en el trabajo y en el momento", dice este antidivo por excelencia que se resiste a tomar como guía el partidazo ante el Milan. Sabe que el resultado insinuará el camino que seguirán ambos equipos y sólo aguarda que el balón ruede ya. Tan tranquilo está que ha hecho lo que no permitió el día del Numancia: que sus jugadores pasaran la noche de ayer en casa.
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