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Columna
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Inocentes

El sábado pasado no era el día de los Santos Inocentes. Sin embargo, ese día el consejero de Territorio y Vivienda, Rafael Blasco, aseguraba, con aparente seriedad, que la nueva ley que regulará la actividad urbanística en la Comunidad Valenciana "aumentará el volumen de suelo para abaratar el precio de la vivienda". La afirmación se compadece mal no ya con la realidad que percibe el ciudadano, sino incluso con las cifras oficiales que maneja el propio departamento del consejero Blasco. En la década de 1990-2000, el "suelo sellado" por la expansión urbanística, industrial y de infraestructuras en el territorio valenciano sufrió un incremento aproximado del 60%, según estudio elaborado por la consejería. Y el mayor crecimiento se produjo en el capítulo de zonas en construcción con un aumento, ¡ahí es ná, del 1.315%! Como todo el mundo sabe, durante esa década los precios de la vivienda bajaron hasta la ganga que disfrutamos hoy.

No, el sábado pasado no era el día de los Inocentes, sino del patrono de los novicios San Estanislao de Kostka, jesuita polaco compendio de todas la virtudes cristianas. Y esa misma mañana de sábado, fue cuando el mismísimo presidente de la Generalitat, Francisco Camps, se hizo acreedor de la medalla al candor. Camps se presentaba como candidato a la presidencia del PP en un acto a la americana sentado en una silla giratoria, predicando en el centro de la escena, rodeado de representantes de la sociedad civil que van interpelándole. El ingeniero Juan Broseta asegura que no se está respetando la ley de contratos en las adjudicaciones y habla de opacidad. "Es muy duro lo que ha dicho", responde el president, "pero cuando salga de aquí voy a preguntarlo". Una respuesta que recuerda a la de aquel presidente mexicano, que cuando un alto mandatario internacional le echó en cara la corrupción de su administración, contestó "no se preocupe", mientras cogía el teléfono para decirle al ministro del Interior "le ordeno que prohíba la corrupción" y añadir con una sonrisa: "Ya ve, solucionado".

El mosqueo del ingeniero Broseta no es menor que el que expresan en privado muchos arquitectos valencianos en estos días cruciales para el urbanismo de la ciudad. El presidente del colegio, Fabián Liserri, ha reiterado sus críticas por la falta de un planeamiento urbanístico serio. De momento, los nombres de los arquitectos que se han presentado al concurso de asistencia para el sector del Grao abren grandes expectativas. No es el mismo caso el de los rascacielos de Calatrava, presentados como un intento de enjugar los sobrecostes del resto de sus obras y de la mala gestión del zaplanismo. Y en el terreno del misterio queda la milagrosa aparición entre nosotros de Jean Nouvel con su esbozo de plan para todo el frente litoral. Un esbozo no sabemos aún exactamente por cuenta de quién, pero que debería sacar los colores a una alcaldesa que no ha hecho los deberes al respecto. Porque da la impresión de que son exclusivamente los inversores quienes planifican y no la ciudadanía a través de sus representantes. La economía se come a la política y también al fútbol, a quien ya le ha arrebato la voz "pelotazo".

¿Y en Velluters y en el resto de barrios dejados de la mano de Dios qué? Hombre de poca fe, rece a San Estanilao de Kostka.

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