El patrioterismo de Aznar
Proclamar, como hace el señor Aznar cada vez que tiene ocasión, el supuesto antiamericanismo del Gobierno español es seguramente el acto más puramente antiespañol que se puede hacer. El ex presidente Aznar puede jactarse de sus magníficas relaciones con George Bush y Tony Blair, y hasta inmortalizarlas en una funesta foto, pero debería ya haberse percatado de que gobernar no consiste en buscarse un sitio, pese a quien pese, en los libros de historia.
Es ese absurdo, nocivo y megalómano sentido del liderazgo y de la política el que llevó a su partido a la derrota en las últimas elecciones generales, y el que lleva ahora a Aznar a recorrer los Estados Unidos dando conferencias y asegurando a todo aquel que esté dispuesto a escucharle que en España y en la "vieja" Europa poco menos que les odiamos por el simple hecho de ser norteamericanos. Son actitudes cerriles y miopes como ésta las que provocan la confrontación entre países y culturas, en la misma línea de los discursos extremistas y, sí en este caso, primarios del "nos odian por lo que somos y nos quieren destruir por ello", que, al fin y al cabo, es el argumento de fondo tanto de los Bin Laden como de los Bush de este mundo.
Las palabras y los actos de Aznar demuestran que nunca tuvo sentido de Estado ni del bien común. Personalmente, la palabra "patriotismo" me suena a rancio y a instrumento para la demagogia, pero sin duda, y a la vista del carácter pueril de su discurso, el ex presidente debería sentirse afortunado de que en España no exista una ley similar al Patriot Act norteamericano.
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