La Valencia más atlética
La federación internacional de atletismo visita la única ciudad española que aspira a albergar los Mundiales de 2009
La candidatura valenciana a los Mundiales de atletismo de 2009 se fraguó una tarde en el viejo cauce del río Turia, entre árboles, corredores populares, ciclistas, campos de fútbol de tierra y baldosas de cemento. En el mismo lugar donde la administración tardofranquista proyectó en su día construir una autopista, el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, el ex atleta y entrenador Rafa Blanquer y el presidente de la federación española de atletismo, José María Odriozola, cruzaron al trote impresiones. Ok! ¡Adelante! Aquel día, en medio de esa formidable arteria que es el viejo cauce, Valencia aspiraba a convertirse en la capital mundial del atletismo. El proyecto era tan atractivo, tan sugerente, que arrancó con fuerza, soslayando trabas -la ciudad carecía de un estadio adecuado para la competición- y rivales.
La maquinaria se puso en funcionamiento en cuanto Camps dio luz verde. Se involucró el Ayuntamiento, la federación autonómica de atletismo, la española... Había que venderle a la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) las excelencias de la ciudad: su clima, proyección, instalaciones deportivas, red hotelera... La candidatura debía ser convincente, original. Se echó el resto: Valencia presentaría un diseño de estadio a la medida de la competición, pagaría el alojamiento de todos los atletas participantes, unos 2.000; también el viaje desde sus países de origen, el transporte diario hasta el estadio. Los cerebros de la candidatura echaban humo mientras se caían otras aspirantes: Nueva Delhi, Brisbane, Casablanca... La IAAF anunciaba que prefería que los campeonatos se disputaran en Europa. Los nervios estaban a flor de piel. Nuevos guiños a la IAAF: alrededor del estadio principal, que se levantaría en la pista de Ademuz, se adecentarían diversas pistas: la del velódromo Luis Puig, la del colegio Jesuitas, la del viejo cauce... Valencia fue pasando cribas, ganando enteros hasta llegar a la selección final junto con Berlín, la favorita, la candidatura que repite, que cuenta con el mítico estadio donde Jesse Owens humilló a Hitler en los Juegos Olímpicos de 1936 ; y la croata Split, la desconocida.
Una delegación de la IAAF, con su vicepresidente, el chino Lou Sapeng, a la cabeza, visitó ayer Valencia. Fueron recibidos por Camps; por la alcaldesa, Rita Barberá y el resto de impulsores de la única candidatura española. Los llevaron aquí y allá, les subieron a la 19º planta del hotel Gran Valencia -¡oh, qué vistas!-, les enseñaron dónde se construirá el estadio -¡qué pasada!- y les dieron paella para comer. "Ahora", le susurró Rita Barberá a Lou Sapeng vocalizando de manera exagerada, "a comer paella".
Entre los miembros de la IAAF, el legendario Alberto Juantorena, campeón olímpico de 400 y 800 metros en los Juegos de Montreal de 1976, la misma edición en la que participó el valenciano Blanquer en el concurso de longitud. Un periodista se acerca a Juantorena, fiel al régimen cubano, personaje singular, muy suyo, siempre atento a la mujeres bonitas. El periodista le tiende la mano, se presenta, y Juantorena levanta desganado su brazo. El periodista insiste, le pide una entrevista. Juantorena balbucea unos números: "8814698, mi despacho en La Habana. Los periodistas siempre ponéis lo que os da la gana".
La delegación de la IAAF llegó ayer a Valencia procedente de sus visitas a Berlín y Split. En ambas ciudades nevaba. En Valencia, no. En Valencia disfrutaron del sol, de una temperatura agradable, de la paella y los agasajos de la alcaldesa. El próximo 5 de diciembre, en Helsinki, se conocerá la sede de los Campeonatos del Mundo de 2009, la gran fiesta del atletismo. Y Valencia aspira de veras a organizarlos.
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