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Crónica:FÚTBOL | Dieciseisavos de final de la Copa del Rey
Crónica
Texto informativo con interpretación

La prórroga alivia al Atlético

Los rojiblancos pasan ronda merced a una jugada ensayada que remata García Calvo

Jordi Quixano

Se paseaban sin consuelo por sus respectivas áreas técnicas los dos entrenadores; de brazos cruzados, Ferrando, y con nerviosismo y masticando chicle Luis César. Los dos equipos se lo repartían todo. Las ocasiones, la posesión del balón, los saques de esquina y los errores. Pero la fortuna, en un encuentro de escaso fútbol aunque de mucha intensidad, señaló al Atlético. Merced a una jugada ensayada, a la salida de una falta que remató García Calvo, después que la pelota pasara por entre las piernas del árbitro, los rojiblancos obtuvieron el pase para los octavos de final de la Copa. El Nàstic lo intentó hasta la extenuación. El Atlético, anteponiéndose a las adversidades -Salva, entre otras cosas, jugó cojo la prórroga- venció.

NÀSTIC 0- ATLÉTICO 1

Nàstic: Felip; Carrión, David García, Tortolero, Marco; Cuéllar, Abel (Medina, m.75), Serrano, Moreno (Ñoño, m.55), Pinilla; y Diego Ribera (Bolo, m.66).
Atlético: Leo Franco; Aguilera, Pablo, García Calvo, Sergi; Colsa (Jorge, m. 55), Sosa, Novo (Braulio, m. 76), Musampa (Nano, m. 65); Paunovic y Salva.
Goles: 0-1. M.105. García Calvo remata desde fuera del área una falta servida por Jorge desde un lateral del área del Nàstic.
Árbitro: Undiano Mallenco. Navarro. Mostró la cartulina amarilla a Jorge, Carrión y Pablo. Enseñó la roja al técnico local, Luis César.
Nou Estadi: 10.000 espectadores.

Mientras los reservas del Nàstic -quizás con la presión gratuita de saberse los verdugos del campeón, el Zaragoza- tenían prisas por demostrar a su afición y a sí mismos que merecen un puesto en el equipo titular, los del Atlético parecían atenazados ante la posibilidad de ser el enésimo equipo de Primera en despedirse prematuramente de la competición. Así, apenas trabajaron los porteros. Felip -eludiendo aquello de las superticiones- vestía un atuendo amarillo fosforescente que, si no amedrentó al rival, surtió su efecto; Salva y Paunovic, los referentes ofensivos de Ferrando -se echó en falta al lesionado Niño Torres-, no le inquietaron en momento alguno. Más de lo mismo Leo Franco, que, en casi todas las ocasiones, paró con la vista.

Se empeñaron ambos conjuntos en obviar la línea del mediocampo y las bandas. Tanto el Nàstic como el Atlético, tal que quisieran hacer gala de la palabras que pronunció antes del choque el técnico granate, Luis César, -apeló a la guerra del Vietnam- se despreocuparon de las tareas ofensivas para destruir el juego contrario. El mediocentro colchonero, Colsa, era el vivo ejemplo del panorama futbolístico que deparó la noche; cada vez que tenía el balón controlado en sus pies, levantaba la cabeza, hacía todo tipo de aspavientos para que algún compañero se ofreciera, a fin de tocar de primera, jugar con el compañero más próximo y evitar los balonazos largos, altos e inútiles, a los hombres de arriba. Durante muchos minutos, acentuados en la segunda mitad, ambos cuadros intercambiaron los papeles. El Nàstic, sin acierto, apretaba y achicaba los espacios midiendo sus posibilidades. El Atlético, hermético y soliviantando sus males a base de coraje, observaba impotente cómo el rival le comía progresivamente su terreno. Pero al final, el Nàstic, más aguerrido y atacante, se quedó sin la recompensa merecida. Un gol de pillos le alcanzó a un Atlético con más oficio.

Sosa y Moreno disputan el balón en el suelo.
Sosa y Moreno disputan el balón en el suelo.REUTERS

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