¡Usen la lengua!
Pujol ha revelado que pactó con Zaplana la necesidad de avanzar con discreción en la unidad de la lengua. Como consecuencia de este pacto, Zaplana creó la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) y Pujol, es decir, CiU, apoyó la investidura de Aznar en su primera legislatura. Zaplana, sin embargo, responde diciendo que "nunca negoció lo innegociable: la unidad lingüística". ¿Quién dice la verdad? Personalmente pienso que, entre un político serio que no tiene necesidad de mentir para sacar réditos políticos que no le hacen falta, y un saltimbanqui, un titiritero que se metió en política para hacerse rico, según confesión propia, cosa que al parece ha conseguido, no tiene más remedio que creer al político serio. También el presidente Camps tuvo contactos con Joan Rigol, de CiU, como Pujol, en esa dirección de "avanzar en la unidad de la lengua". Solo que Zaplana es más lenguaraz y cínico y, por tanto, capaz de negar lo evidente. Camps, más comedido y prudente, ha eludido hablar de sus entrevistas con CiU. Pero declara que la propuesta de crear la AVL por Zaplana fue "impecable". Y en eso estamos. Ahora, con motivo de presentar la traducción de la Constitución para Europa, en Bruselas, se ha armado el gran tiberio. Zapatero ha entregado un ejemplar traducido al "valenciano" y otro al "catalán". Los dos son idénticos, palabra por palabra, como no podía ser de otra manera. Pero el señor Carod Rovira le pide a Zapatero que proclame la unidad de nuestra lengua. Pero ¡hombre de Dios!, ¿cabe mayor prueba de esa unidad que el hecho de que las dos traducciones, una con el nombre de "valenciano" y otra con el de "catalán", son dos textos idénticos, con las mismas palabras, acentos, puntos y comas? Apenas en la UE les echen un vistazo, se darán cuenta inmediata de que la lengua es la misma. Y lo mismo cabe decirle al presidente Camps. Lo que esa lengua precisa es que nuestros políticos, empezando por los miembros del Consell ¡y la señora alcaldesa de Valencia!, den ejemplo a los ciudadanos haciendo uso de la misma. ¡Usen la lengua, que no hace daño!
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