Los parques tecnológicos han triplicado sus empresas y empleados en ocho años
La separación entre los centros universitarios y los empresariales tenderá a desaparecer en el futuro
España es toda ella un parque tecnológico y, sin embargo, está retrasada en tecnología, investigación y desarrollo.
Diecinueve parques en funcionamiento y 35 en proyecto sitúan a España en los primeros lugares de Europa, junto a Finlandia y Reino Unido, por número de parques tecnológicos. Una posición que contrasta con el 17º puesto en Sociedad de la Información que ocupa España en la Europa de 25 países.
Luis Sanz, director general de la Asociación Internacional de Parques Tecnológicos (IASP), no cree que "haya una relación directa entre el mayor o menor éxito de los parques científicos y tecnológicos y la penetración de la Sociedad de la Información. Es evidente que vamos con retraso, pero los parques son víctimas de esa situación".
En los parques españoles trabajan más de 40.575 personas (el triple que en 1997) en 1.520 empresas (también el triple) que facturan 5.500 millones de euros, cinco veces más que hace ocho años.
En 1992, en España funcionaban 8 parques tecnológicos. Doce años después, la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España, APTE, cuenta con 17 parques tecnológicos, 2 científicos y 35 asociados que se están poniendo en marcha. Lleida, Vélez (Málaga) y La Rioja son los tres últimos proyectos que han sido admitidos en la reunión anual de APTE que se celebró en Zaragoza y Huesca la semana pasada. Los promotores del parque de La Rioja son la empresa de conectividad Arsys y un grupo inmobiliario local.
Para Sanz, "los parques del norte de Europa aplican con mayor severidad los criterios de admisión de empresas, cuyo trabajo debe estar basado en tecnologías realmente avanzadas. En el sur de Europa, simplemente porque hay menos empresas de este tipo, ha sido necesario flexibilizar los requisitos y ampliar el concepto de innovación, que puede darse en el ámbito tecnológico, pero también en el organizativo, comercial o de servicios".
Sanz explica que "en Europa, los parques tienen un componente inmobiliario que es necesario porque hay que disponer de suelo y de edificios; pero este elemento no define a los parques tecnológicos, que lo son en virtud de su gestión, de los servicios de valor añadido que ofrecen a las empresas y de su papel de puente entre la universidad y la industria".
El parque Cartuja 93 de Sevilla es uno de los veteranos, nacido a raíz de la Exposición Universal del año anterior. En 2003, trabajaban 9.638 personas en 245 empresas, cuya facturación conjunta ascendió a 1.258 millones de euros. Ángeles Gil, directora del parque de Sevilla, reconoce: "En nuestro caso, nos encontramos con la ventaja de que los edificios ya estaban hechos para la exposición del 92".
El parque, que dispone de 400.000 metros cuadrados, está comercializado en su totalidad. El nivel de actividad es del 60%. "Estar en Cartuja es un valor añadido para cualquier empresa. Es considerado como un lugar de prestigio y un orgullo para las empresas". No obstante, Gil comenta la dificultad que encuentra a la hora de vender servicios a las empresas del parque. "No están acostumbrados a pagar por los servicios. Esperan que, por ejemplo, los estudios, los foros y las reuniones para realizar contactos sean gratuitos".
Walqa cumple dos años
Walqa, el parque tecnológico de Huesca, es uno de los últimos asociados a la APTE. Felipe Romera asegura que es el que más empresas ha captado en 2003 y 2004. En dos años (se inauguró el 15 de noviembre de 2002) ha logrado que se instalaran 28 empresas que han creado 300 puestos de trabajo. Walqa ha iniciado un proyecto para conectar su parque con fibra óptica con el de Pau, Francia, para crear un parque virtual transfronterizo que comenzará a funcionar en 2005.
Para Carlos Álvarez, director del parque oscense, lo más importante es "el trabajo en red entre todos los parques españoles. Estamos en constante comunicación. Así, una empresa de Huesca que necesita contactar con una de Zamudio, con la que anteriormente no han tenido ningún tipo de relación, lo puede hacer en tres minutos".
Paloma García, gerente del Parque Científico de Madrid, que han puesto en marcha las universidades Autónoma y Complutense mantiene la misma opinión que su colega de Huesca: "Lo importante es que a través de la APTE se ha creado una red de parques donde se trabaja sin rivalidades".
Para García, la diferencia entre un parque científico y uno tecnológico es que en el primero debe haber al menos una universidad implicada. En el parque de Madrid han abierto dos incubadoras de empresas. "En la primera, a los cuatro meses de ponerla en marcha ya había 42 licenciados y doctores trabajando".
El parque científico de Barcelona fue el primero de España. Cincuenta empresas y más de 1.200 trabajadores son los datos que proporciona Joan Bellavista, gerente del parque, a la hora de cuantificar el resultado de su experiencia. Asegura que, aunque ahora sólo hay dos parques científicos en funcionamiento, "la mitad de las universidades españolas están desarrollando proyectos de parques científicos".
Para el futuro, Bellavista observa que "que los parques científicos, por inteligencia y rentabilidad, se están volviendo más tecnológicos. Al mismo tiempo los tecnológicos se están acercando a los científicos. Por tanto, se está produciendo una aproximación de modelos que, a mi juicio, es la tendencia para el futuro".
El faro de Málaga: muchos nacimientos y fallecimientos
El parque tecnológico de Málaga, que cumplirá doce años en el mes de diciembre, se ha convertido en el ejemplo que siempre se cita a la hora de hablar del buen funcionamiento de un parque tecnológico en España.
El presidente de APTE, Felipe Romera, es el director del parque de Málaga desde su creación. "Hay que reconocer que nuestro parque se ha convertido en un faro, un modelo que puede servir para otros parques que funcionan en el sur. A mi juicio, todo se debe a una buena imagen y a un modelo de gestión que permite que una empresa se pueda instalar en 24 horas". A juicio de Romera, una de las claves de su éxito es que la OTRI, Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación, de la Universidad de Málaga tiene su sede en el parque. "Así la universidad trabaja conjuntamente con las empresas. Es un elemento que ha dado mucho valor a nuestro parque".
La Junta de Andalucía (60 %) y el Ayuntamiento de Málaga (40 %) son los accionistas de la sociedad que gestiona este parque donde se han instalado 325 empresas que dan trabajo a más de 6.500 personas y que facturan casi 900 millones de euros. "Desde el punto de vista financiero, perdimos dinero hasta 1998. Ahora, ganamos mucho", explica Romera.
El director del parque tecnológico de Málaga cree que en los próximos tres años se duplicará el número de trabajadores. "Ahora somos el parque que tiene un mayor número de empresas; pero nuestro índice de fracaso es muy alto. Se puede decir que somos el parque donde nacen y mueren más empresas".
Romera elogia el fracaso. "Un parque no es más que un espacio donde la gente se atreva a crear empresas, un estado de ánimo favorable donde no se penaliza el fracaso".
Aunque la experiencia de todo el mundo es que el 90% de las empresas provienen de una distancia inferior a 40 kilómetros del parque, presume de que en Málaga se han instalado más de 30 empresas extranjeras. "Vienen de Europa buscando el sol", bromea.
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