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Reportaje:

Turbantes colaterales

Tres sijs, expulsados de la escuela en Francia por la 'ley del velo'

El pasado 15 de marzo entró en vigor en Francia la ley que prohíbe llevar "signos religiosos ostensibles" en centros escolares públicos. Se trataba de acabar con el problema planteado por alumnas musulmanas que, desde hace ya casi quince años, acuden con la cabeza cubierta por el pañuelo o el velo islámico.

Obviamente, los legisladores nunca han querido admitir que el objetivo de la ley fuese sólo conseguir que todas las chicas musulmanas participasen en la clase de gimnasia y natación, dejando de blandir (voluntaria o involuntariamente) sus convicciones personales como bandera de propaganda religiosa. La kipa judía y el crucifijo católico estaban también en el punto de mira de los diputados, al menos sobre el papel, porque las escuelas privadas confesionales pueden acoger a los alumnos que llevan esos símbolos.

Casi nadie había reparado en que existen otros tipos de emigrantes, distintos a los musulmanes

En Francia hay más de 700.000 personas que se declaran judías, y el número de ciudadanos nacidos en el Magreb o hijos o nietos de inmigrantes llegados de Túnez, Argelia y Marruecos oscila entre tres y cinco millones. Es imposible saber la cifra exacta, dado que los documentos oficiales franceses no incluyen el origen ni la religión.

En 2004 se calcula que un centenar de alumnas han entrado en conflicto con el instituto por su empeño en seguir llevando el velo o pañuelo. La cantidad era previsible y no inquieta. Lo que nadie había previsto es que Francia acoge también a emigrantes que no vienen de las antiguas colonias francesas y que tienen obligaciones y convicciones religiosas diferentes, a veces muy ostensibles. Es el caso de Ramjit, Jasvir y Birkramjit, tres muchachos de 14, 17 y 18 años llegados de India, y desde hace años buenos estudiantes en el barrio de Saint-Denis, al norte de París.

Hasta este año, nadie se había preocupado por sus turbantes, característicos de la religión sij, fundada en el siglo XV y que prohíbe a los hombres cortarse el cabello y les obliga a ocultarlo. El turbante puede interpretarse, por tanto, como un símbolo "religioso y ostensible". Los tres sijs son víctimas colaterales de una ley que, en origen, nada tenía que ver con ellos.

Ramjit, Jasvir y Birkramjit estaban marginados desde septiembre. El director de la escuela, ley en mano, les prohibió entrar en clase. Sólo les permitía ir al gimnasio o al local de las fotocopiadoras para que profesores y alumnos pudieran llevarles apuntes y libros. Se trataba de evitar un retraso escolar demasiado importante y, también, de esperar una decisión definitiva de las autoridades. Porque los tres sijs presentaron recurso, que fue aceptado por el tribunal administrativo de Cergy. Los jueces exigieron que los alumnos fueran escuchados en el consejo de disciplina del centro escolar.

Ese consejo, integrado por el director del instituto, un asesor pedagógico, representantes del personal del centro, de los alumnos y de los padres, se reunió el pasado viernes con los tres sijs y su abogado. Tras exponerse los distintos puntos de vista, el consejo acordó la expulsión inmediata de los estudiantes, que pueden aún presentar recurso ante el rectorado.

"Tengo la sensación de que el consejo había tomado su decisión antes de escucharnos", declaró el abogado. "Queremos permanecer dentro del sistema de educación pública", explicó Ramjit. El día anterior había anunciado que aceptaría la decisión y había negado a una asociación contra la discriminación el derecho a usar su nombre en una manifestación.

Birkramjit y Jasvir, dos de los tres sijs expulsados, el pasado octubre en París.
Birkramjit y Jasvir, dos de los tres sijs expulsados, el pasado octubre en París.ASSOCIATED PRESS

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