Riquelme marca el ritmo
El argentino lidera a un Villarreal netamente superior a Osasuna
Riquelme es una bendición para los ojos del espectador, un lujo para el Villarreal, un castigo para los rivales. Osasuna pagó en sus carnes el buen momento del enganche argentino. Y su propio miedo. Se acordó de atacar cuando ya era demasiado tarde, cuando la desventaja era sustancial. El Villarreal es un equipo creativo, paciente, que elabora y mastica sus acciones con un punto de brillantez y galantería. Pero pocos echan la vista atrás, a una defensa que sostiene al equipo cuando no se encuentra la portería contraria, cuando la posesión no se traduce en superioridad en el marcador.
La realidad expone que al Villarreal los equipos contrarios le acechan contadas veces, concede escasas ocasiones y le marcan muy pocos goles. A partir de ahí, nace un equilibrio que, a poco que rentabilice la aportación ofensiva, convierte al conjunto castellonense en un contrincante difícilmente superable. Reina aporta seguridad en la portería; los centrales dan la sobriedad necesaria pese a su aspecto endeble; la elegancia de Quique Álvarez garantiza la salida pulcra del balón; la rapidez y contundencia de Gonzalo Rodríguez evita más de un peligro, y a ello añade su buen juego aéreo, su buena capacidad para moverse, para encontrar posiciones de remate en el área contraria en jugadas a balón parado. En una de ellas llegó el gol de Rodríguez, el segundo del Villarreal tras un lanzamiento dirigido de Riquelme a la cabeza del defensa argentino. Corría el minuto 39 de juego. Dos minutos antes Riquelme abría el marcador tras transformar un penalti inocente de Puñal a José Mari.
VILLARREAL 3 - OSASUNA 0
Villarreal: Reina; Javi Venta, Gonzalo Rodríguez, Quique Álvarez, Armando Sá (Alcántara, m. 72); Héctor Font, Josico, Battaglia, Riquelme; José Mari (Guayre, m. 69) y Forlán (Cazorla, m. 82).
Osasuna: Sanzol; Izquierdo, Josetxo, Cruchaga, Corrales; Ortiz, Puñal (Muñoz, m. 46), Pablo García, Moha; Milosevic (Morales, m. 66) y Aloisi (Delporte, 46).
Goles: 1-0. M. 37. Penalti de Puñal a José Mari que trasforma Riquelme.
2- 0. M. 39. Gonzalo Rodríguez marca de cabeza al culminar un lanzamiento de falta de Riquelme.
3-0. M. 65. Pase interior de Font a Riquelme que resuelve elevando suavemente el esférico ante la salida de Sanzol.
Árbitro: Pérez Burrull. Amonestó a Pablo García y Venta.
Unos 15.000 espectadores en El Madrigal.
Los goles del Villarreal plasmaban la evidencia. Osasuna se limitó durante el primer acto a refugiarse en su defensa sin ni siquiera mostrarse a la contra. Tampoco dispuso Aguirre un planteamiento para el ataque rápido y por sorpresa. Aloisi y Milosevic no ofrecen tales prestaciones. Lo suyo es aguantar y cazar algún remate en el área, pero para que se dé tal circunstancia hay que aproximarse.
Osasuna tuvo la intención cuando se vio por debajo en el marcador, como suele ocurrir en los equipos tristes o sin lucidez. Tras un comienzo prometedor en la Liga, el conjunto navarro comienza a ver las sombras, aparece el miedo y éste se traslada al terreno de juego. Y si enfrente está el Villarreal en estado de gracia y un Riquelme comprometido, con el punto justo de dulzura y pragmatismo, las opciones son mínimas.
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