Renée Zellweger se considera tan "patosa e inoportuna" como Bridget Jones
La actriz tejana y Hugh Grant presentan la nueva comedia sobre la soltera londinense
Era difícil reconocer a la actriz Renée Zellweger (Katy, Tejas, 1969) bajando las escaleras del hotel Ritz de Madrid. Las cámaras buscaban a una rubia rotunda y tardaron en localizar a la ganadora de un oscar por Cold mountain. Sonriente y relajada, con un vestido negro, un bolso negro de Chanel al hombro, el pelo -también negro- recogido y un caramelo en la boca, Zellweger se plantó en el vestíbulo del hotel subida en unos tacones altísimos. Al menos, eran reconocibles las piernas que la hicieron famosa en el musical Chicago y la luminosa simpatía de otra de su mejores películas, La enfermera Betty.
A su lado, con los puños de la camisa remangados y cara de sueño, el actor británico Hugh Grant, compañero de reparto en Bridget Jones: sobreviviré. Los dos intérpretes llegaron el jueves por la noche a Madrid desde París en un avión privado. El retraso en el vuelo y el tráfico en el centro de la ciudad les impidió llegar a tiempo a la première que se celebró el jueves por la noche en la Gran Vía. Ayer, tras ofrecer una rueda de prensa de apenas media hora, dejaron el hotel para viajar a Amsterdam y seguir con una promoción maratoniana que pretende convertir esta secuela en el éxito que fue Bridget Jones.
"¿Diferencias entre una y otra?", se preguntó ayer Hugh Grant: "En la primera película Renée era dulce y encantadora. En estos cuatro años ha tenido mucho éxito y se ha convertido en un monstruo". Después de la broma, el actor añadió: "Bueno, hemos tenido más dinero, y eso se nota bastante".
Zellweger recordó cómo el día que terminó el rodaje de la primera película lloró sin parar. "Había sido una experiencia maravillosa y por eso este segundo rodaje fue como un regalo para mí".
Un periodista preguntó a la actriz (que no quiso aclarar a qué se debía su cambio de look) si no le parecía un poco convencional que la felicidad de una mujer de treinta y tantos años no dependa de su vida o su trabajo, sino exclusivamente de si encuentra o no marido. "Creo que Bridget Jones es una heroína que inspira a muchas mujeres", respondió Zellweger. "Es una mujer que busca su felicidad sin complejos y sin pensar en los prejuicios ajenos. Yo considero que en esta vida es una victoria saber reconocer qué es lo que nos hace felices. Ella responde a un tipo de mujer que sabe mirarse con humor, que conoce sus fallos y que esos fallos no la paralizan. Es una acomplejada y en muchos aspectos también una fracasada, pero eso no le impide ir a donde quiere. Así que considero que se trata de un modelo femenino absolutamente positivo". La actriz continúa: "¿Que si el matrimonio me parece una meta? Desde luego, para algunas mujeres lo es, ¿y por qué no? A mis padres les funcionó. Son muy felices".
Mientras en la primera película (adaptación del popular libro de Helen Fielding) Bridget Jones era una joven desastrosa que apuntaba cada día las calorías que ganaba o perdía, los cigarrillos que fumaba y los escasos novios que se echaba, en esta segunda parte su fantasía romántica se convierte en realidad. Aparece el amor y con él, los celos y el miedo. Grant interpreta a su viejo y mujeriego amante, ahora convertido en un reportero de viajes: "Mi personaje en la película representa algo en lo que yo hubiera podido convertirme", señaló el actor, "pero afortunadamente no han vencido mis tendencias naturales y hoy soy un hombre cálido, equilibrado y cariñoso".
Zellweger quiso quitarle importancia a lo que llamó "trabajo técnico": engordar casi diez kilos en pocos meses para luego bajarlos otra vez. "Trabajé con un nutricionista que me puso una dieta especial. La verdad es que más que complicado es algo muy aburrido. Cambiar el acento también lo considero parte de ese trabajo técnico de construcción del personaje. Son detalles necesarios pero a los que no les doy demasiado valor. Interpretar es otra cosa". "La verdad es que tengo más cosas en común con Bridget de lo que parece. Soy tan patosa como ella y por desgracia muchas veces resulto muy inoportuna, nada ágil y elegante".
Babelia
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